Otro extracto del Pregón de José Manuel Rodríguez Viedma
a la Hermandad de los Gitanos
"... Porque vuestro Pregón está en la calle el Miércoles Santo. Todos y cada uno de los Miércoles Santo, cuando la Iglesia del Sagrado Corazón abre sus puertas y la cruz guía comienza a dar el primer paso. Vuestro Pregón está en la calle. En cada uno de los lirios morados que forman el calvario para dar el último cobijo al Hijo de Dios vivo. ¡Bendito Pregón! El vuestro, cuando el recogimiento y la penitencia, dibuja rojos capirotes espigados a las cinco de la tarde. Capas doradas a meced del viento, que navegan en tempestades, cuando la brisa las hace remar con diferentes mareas. El dolor y la pena, la pena y el dolor. ¡Bendito Pregón! El vuestro. Enlutadas mantillas, que os hacéis dueñas de sus lágrimas divinas, antes de que estás caigan y desaparezca entre fuentes y leones. Pregón en el silencio, al escuchar la saeta, estremecida y entre cortada por el suspiro chico de quien la entona. En cada letrilla Pregón y pregón en cada quejido, cuando las gargantas se rompen abiertas de par en par. ¡Pregón! En la flor que ponéis a los pies de la Madre y en el vestido con el que pasea por las calles y las plazas, llenas de muerte el Miércoles Santo. ¡Pregón! Para quien la colmáis de besos, cada mañana y aún os queda otro más en la comisura de los labios, para dejarlo marchito la noche de sus desvelos. ¡Pregón en la zapatilla costalera que no se detiene, queridos amigos, y Pregón en la vela que chorrea en la candelería, sosteniendo el llanto de una madre, que a la vera del Darro, busca a su hijo, clavado en la Cruz y es Consuelo y Gitano, por los siglos de los siglos.
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Ya es de noche, y Tú lo sabes
que eres Cristo del Consuelo.
Las farolillas casi desiertas
ponen sombra a Tu madero,
y Tú con los ojos cerrados
aclamado Dios verdadero,
te abrazas a la muerte
como un gitanillo bueno.
Por fandangos Lorca a la luna,
la dibuja como un espejo
y la noche pinta aceitunas,
al Darro con sus reflejos.
Por el Paseo de los tristes,
quieren ver todos los ciegos
y tocar las cicatrices,
que te rompieron los huesos.
En el Sacromonte los Gitanos,
tienden su desespero.
unos en sus guitarras,
los otros sobre su pelo
y las mujeres en sus banastas,
tejen sudarios blancos
para ponerlos sobre Tu pecho.
Al llegar al peso la Harina,
otra vez el desconsuelo
verte morir en Granada,
siendo el Rey de los cielos.
Y allí un gitano cantaba
además de pedirte salud,
a medida que te acercabas
entre rezos en multitud.
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Al estar cerca de Tu semblanza,
dijo el gitano de luz.
“Quiero poner en mi palabra
una triste plegaria,
que corra en la brisa del sur.
Hoy te descolgamos,
de paredes de enseñanza
y aunque alguno lo veamos,
como una ofensa que araña.
Otros en esta hazaña,
dicen ver más lejos que Tu.
Bien pudieron de Tus espaldas
¡Gritaba el gitano andaluz!
Pues hace dos mil años que arrastras,
quitarte solo esa Cruz.
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