Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

martes, 3 de enero de 2012

Primer día tres del año que acaba de comenzar...

Primer día tres, del año impar que acaba de comenzar. Siempre para mi el tres fue, es, y será, mi número. Por muchas cosas. Por que tiene connotaciones que a nadie le interesan, aunque algunos saben. Pocos, cierto es, pero haberlos hailos. Y ya está... porque sumo un tres impagable y eterno junto a las dos personas a las que ya no se puede querer más, porque no hay medida en ese amor. Porque junto a ellos soy feliz, y me convierto en el impar perfecto. Y porque las comisuras de mis labios se recargan con sus sonrisas, para que luego yo las de a quien a mi así me plazca y me apetezca... mis amigos, mi familia y a las personas que yo quiero... 

Hoy es el primer día tres de este nuevo año. Y he pensado que siempre un día tres e impar, es una buena excusa para esto. Escribir. Y después de recibir el año nuevo en compañía de mis hijos, felicitar a mi madre en su onomástica como Manuela que le pusieron en su día mis abuelos, y felicitar a mi Jesús en el segundo día del calendario, ayer por la mañana me dirigí hacia el Barrio de la Magdalena, porque como siempre, todas las calles me terminan llevando hacia allí. Unas veces hacia El, y otras muchas hacia el encuentro conmigo mismo. O con lo que queda de mi...

Había misa. A las 13.15, hora impar como pocas... y una media entrada más o menos, término usado tantas veces en el argot periodístico deportivo. Y por mucho que se empeñe el señor párroco, en que según llegue la gente se vayan estos hacía los bancos delanteros, eramos muchos los que desde la mitad de la iglesia hacía atrás nos encontrábamos desperdigados, cada uno en lo nuestro. Unos porque simplemente les apetece. Otros porque llegando ya empezada la misa, no avanzan más en su caminar hacía el altar. Y otros, porque nos gusta o nos parece bien sentarnos a la vera del Padre, para echarle una miraita de reojo, un rezo o una plegaria, o simplemente contarle que tal nos va el año que acaba de comenzar... si es que eso no se nos está prohibido... que creo que no... así que "...lo siento, Pater. Me siento donde quiero y si quiero me siento..."

Bueno, contarle al Señor puede ser que suena hasta cómico. ¿¿¿Como contarle al Creador y Hacedor del todo desde la nada, el como nos va???. ¡¡¡Como si El, ya no lo supiese!!!. Como si el no estuviese al tanto de nuestras andanzas y corredurías. Como si El, se quedase al margen de todo cuanto nos pasa o nos sucede. En fin... aun así, se lo contamos, y el esboza esa sonrisa picara, dulce y eterna, que tan solo unos pocos somos capaces de ver. Porque el Señor sonríe... aun en su pena y en su soledad. Aun con las manos atadas y la mejilla amoratada por el golpe atizado en plena madrugada. Aun con la sangre resbalando por la comisura de sus labios. El Señor sonríe... alto y claro... con carcajadas que hacen temblar los pilares de la mismísima Magdalena bendita. Con una sonora risotada que enmudece cualquier otra clase de risa jamás conocida. Con una fuerza, que te hace temblar el corazón a la vez que te lo reconforta de por vida... o al menos, hasta la próxima vez que te acerques a el con una nueva herida... claro que sonríe, y que pena lo que no sabe y se pierde la mitad de la cuadrilla de esta humanidad que nos rodea... de que formas y maneras sonríe el Señor cuando te acercas a El... 


Y mucho más aun se ríe, cuando al acercarte le dices "Felicidades, Señor... hoy es Tu día"... y el te mira, y te sonríe, y en ese momento tu caes en que estás diciendo una soberana tontería. ¿¿hoy es tu día, Señor??... jajajaja... como si no fuesen Tus días todos... y encima, en Granada, el día 2 es el "día de la Toma"... y eso me dijo el Señor ayer: ¡¡¡ Por haber venido a verme, Toma... mi mejor sonrisa... cógela, póntela y sal a la calle, anda... y vete sonriendo y en paz, y dí que vás en nombre del Señor... !!!

Y no pienso hacer otra cosa que ir en paz. Primero, conmigo mismo, y después con todos los demás que así lo quieran. Así que os deseo lo mismo a cada uno de vosotros para el año que recién acaba de echar a andar... ir en Paz... y que recibáis las mismas sonrisas en las comisuras de los labios que queréis y que os quieren, que os serán devueltas con creces, siempre que vuestras comisuras estén cargaditas de sonrisas para con los demás...

Felicidades a todos... y que bonito es que el Señor te sonría, en el día de su Santo...

Pd: en mi familia siempre se celebró el día de mi Hijo Jesús, el 2 de enero... 

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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