Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

lunes, 7 de noviembre de 2011

Hay lunes, y LUNES...


Sí. Hay lunes y LUNES. Los hay que se levantan poniéndole una mayúscula ele al principio de su propio nombre. Y los hay de los que no levantan un palmo del suelo, porque simplemente los lunes son para aborrecerlos, sin más motivo aparente que ese. Yo tengo que reconocer y lo hago, que hay una gran diferencia para el que un lunes es un día fantástico y que rememora pasados, que aun volatilizados en el tiempo siguen acompañando en la memoria... y para los que solo piensan que el pobre lunes, es tan solo el comienzo de una semana más en la que volverse a levantar temprano para irse a trabajar... "Me cachis en los moros, tenerme que levantar trempanico"... 


Pues bienaventurados los que lo estén haciendo, corriendo los tiempos que corren... y buenaventura la mía y de mi mismo, porque gracias a Dios aun conservo mi trabajo, pese a que sigo viendo marchar por la puerta de atrás a tantos compañeros, muchos de ellos con familia e hijos como el que os escribe. Y no puedo dejar que se me parta el alma con la salida de cada uno de ellos. Pero cada día al despertar, me invade la pena y el desasosiego de saber que todos los días al levantarme de mi cama, notaré la lluvia ácida esa que no se ve pero moja y cala, y que nos envuelve las mañanas con más de cinco millones de rostros, a los que seguramente ni el sol de un lunes cualquiera les de el abrigo ni el amparo que necesitan en estos momentos...


A mi, me seguirán encantando los Lunes, e intentaré seguir viviendo todos ellos de la mejor manera posible, y con la mayor de las sonrisas que se plasme y se plante con la cordura necesaria en la comisura de mis labios, para hacerla participe de otras comisuras que así las sientan, vean, logren advertir, o simplemente se topen o crucen con ellas, porque así lo quieran, lo busquen, lo anhelen o simplemente las adoren. Para mi los lunes me evocan muchas cosas. Muchos recuerdos en pos de buscarme el pan para mi casa y mis hijos. Muchas mañanas de fríos, vientos, lluvias, lunas luneras que no existen ni existirán jamás y de algunos soles que me hicieron sudar y me dieron la sombra de lo que hoy en día soy y quiero ser. Muchos lunes buscando mi camino al compás de mis propios pasos, algunas veces tan sordos como muchas veces mi templanza, y otras tan sonoros como siempre lo ha sido mi corazón...


Los lunes me evocan chicotás al amparo de la mano de mi hijo mayor, con el Señor que es mío porque así lo quiero yo y no porque lo diga Granada. Eternas disputas con pentagramas de fragua, que bajo la oscuridad de un faldón de tacto aterciopelado, me han hecho parte de lo que fui, soy y seré. Los lunes son mucho más que un día cualquiera, marcados todos ellos en el calendario de mi vida como la linea de salida por la que emprender la carrera con una sonrisa pausada, serena y que transmita. No me puedo permitir un lunes triste y simplón, aunque yo también los haya pasado al sol, con la menor esperanza posible en encontrar trabajo, pan y sustento...


Pero si los Lunes Santos son algo más en mi vida, es porque todos los lunes lo son, porque no hay lunes que no me levante con la cerviz marcada y los recuerdos estallando en mi pecho. Todos cuantos pasé, todos los lunes que yo viva y pasee libre de aranceles y deudas en este mundo mundano, insano, donde el egoísmo impera, un mundo plagado de desgracias que ninguna mutua puede hacer frente, los pasaré con la mayor de mis sonrisas. Por que si encima de lo que ya tenemos cada uno y vemos por otros lares, nosotros mismos nos empeñamos en hacerles la vida a los demás un poco peor de llevar, mal asunto. Yo no vivo la vida de nadie, aunque si que me preocupe la vida de muchos. Yo no quiero ser centinela ni guadaña de las miserias de otros, porque para eso ya tengo mis propias lagunas, territorios, costas y playas descarnadas y arrasadas, que son mías, fueron mías y no lo serán jamás de nadie más, y que tantas veces como llegó la marea y me destrozó mi castillo de arena, tantas mil veces impares que me levanté un lunes con ganas de seguir construyendo mi propia felicidad y ayudando para la felicidad de aquellas personas que sientan como suya la mía. Yo no quiero levantarme un lunes, pensando en el que dirán por mor de empezar una semana de otras formas y maneras. Y no lo quiero por la sencilla razón de que "lo que no quieras para ti, no lo quieras para los demás"... y viceversa...


Aun así, larga vida a los envidiosos y a los "so tristes", esos que hacen de sus vidas una famélica tristeza infinita y diaria, en la que los lunes no dejan de ser por eso, tan solo un día más. Un lunes más donde despellejar sin piedad al prójimo más cercano, o al desconocido más lejano, con tal de enseñar unos colmillos afilados y brillantes, que si brillan solo lo hacen por que babean nada más que de ira y de estupidez. Para que las personas brillen y con luz propia, jamás vi enseñar a nadie los dientes sin motivo aparente o razón. Jamás escuché risas de hienas a mi alrededor, porque ya corrí yo más que ellas. Y jamás me tuve que disfrazar de lobo para defender lo que siempre consideré en algún momento como mío. Yo no soy de nadie, ni nadie es de mi propiedad. Me comparto, me expando, me divido y me vuelvo a multiplicar infinitamente en los brazos, pensamiento y corazón de quien así me quiera, me ausento y vuelvo una y tres mil veces tres, si hiciese falta. Pero la propiedad es aquello por lo cual seguimos entendiendo que algo es nuestro y podemos hacer lo que queramos con ello, y no es así. Jamás seré de nadie, ni nadie será de mi. Es una cosa que ya comprendí hace algún tiempo, porque la misma vida así me lo enseñó y me lo dejó ya bastante claro. Tan solo soy de El, como El se que es de mi, parte de mi, ciento por ciento de mi, e infinitamente lo siento tan dentro que el solo hecho de acercarme a El, acusa mi temblor, mi respeto y ese puntito nervioso que provoca la sonrisa que con más celo guardo en la comisura de mis labios... y tan solo en esta vida ahora mismo, tan solo estoy seguro de que volveré a El... lo demás, nadie lo sabe, aunque miles se empeñen en intentar comprender, asimilar, intuir, explicar, sentir, o ya quisieran íntimamente saber... y para eso tendrían que ser yo, y como yo... bueno... gracias a Dios que no hay otro más...  


Y por todo esto, entre otras cosas, un lunes es mucho más que día cualquiera. Hay lunes y LUNES, pero claro... si después de escribiros todo esto, os digo que adoro todos los lunes, a muchos les traerá sin cuidado cuanto yo diga, a otros les importará un pepino y a saber que más, y muchos serán los que tan solo se queden con la idea estúpida y sin sal, de que me gustan los lunes simplemente porque un LUNES sale mi Cofradía de la Magdalena, de la que soy hermano desde el dos mil cinco. No, no es así del todo... los lunes me gustan desde hace casi dieciséis años, toda una temeridad, todo un elenco de lunes que ya los hice míos para siempre... y es que hace casi dieciséis años, que un lunes tuve el mejor regalo que puede tener una persona para compartir, crecer a su lado, admirar y llegar al tremendo punto de ebullición donde la adoración hierve en la sangre y ya no te deja escapar...


Y es que hace ya casi dieciséis años, con todos sus contados LUNES, que un veintidós par de un mes impar como Enero, vino a este mundo mi pequeño Jesús. Y eso fue lo que le dio sentido verdadero a un lunes, a un LUNES y al resto de todos los lunes de mi vida, compartida con su hermano que ya lo esperaba cogido a mi mano. Y mis manos desde ese preciso lunes, desde entonces no están solas nunca, jamás... ni los LUNES he sentido el asqueroso pensamiento de "por tener que ir a trabajar, que malo es un lunes por dios"... jamás... mis lunes son benditos, mis lunes se escriben con mayúsculas todos, trabaje o no... porque El lo quiso así... y por eso en mi vida, hay "lunes" y "LUNES"... y por cierto... que sería de un fin de semana de fútbol, sin un lunes para comentarlo...

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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