Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

martes, 9 de agosto de 2011

En la penumbra...

En la penumbra es donde he pasado siempre, muchos de mis mejores momentos. Los más bonitos y los que mejor y más recuerdo de mi vida. La penumbra de una habitación en calma. La penumbra de mis noches en vela. La penumbra en la que amé y fui amado. La penumbra en la que desaté mis pasiones, las más oscuras y no por ello las menos disfrutadas. La penumbra en la que tantas cosas les dije a mis niños, y en las que tantas cosas me dije a mi mismo. La penumbra de un viejo pasillo, en donde los dormía en mis brazos al compás de una marcha de semana santa silbada por lo bajini. En fin, tantas y tantas penumbras que llevo conmigo y que nadie ya me podrá arrebatar. Pero hay una penumbra que me sigue quitando las tapaeras del sentío. La oscuridad que sobrecoge bajo los faldones, porque allí no es del todo "noche cerrá". Es penumbra... de la que te inquieta y te pone nervioso al principio, pero que conforme se va macerando ya con el paso de los años, llegas a dominar y echar de menos de una manera bestial. Siempre hay un resquicio por donde la luz intenta penetrar para colarse en nuestras retinas y dejarnos imágenes que ya no se borraran jamás. Y la verdad es que se agradece el esfuerzo que hizo el haz de luz, y el de nuestra retina por cogerlo en el momento preciso y precioso en el que se convirtió y aterrizo en algún rincón casi olvidado. En la penumbra de un paso quieto y en calma, mientras el bullicio fuera puede ser ensordecedor, bajo un paso solo encuentras calma, sosiego, paz, humildad, trabajo, compañerismo, esfuerzo, hombría, fe, pasión, sentimiento, querencia, sentido, dedicación, a veces el silencio, y otras las que más, "todo el arte del mundo"... una parada en la penumbra, sirve para ponerte las pilas el resto del año. A mi me sirve para reencontrarme con quien soy, con quien fui y con quien siempre seré...


Y por eso, nada mejor que la penumbra en días aciagos, para volver a recuperar lo que uno mismo es por derecho propio y por batallas libradas, que aun habiendo perdido muchas, a día de hoy me sigo manteniendo en pie. Ni todo es oscuridad, ni la luz es cegadora. La penumbra te da el reposo tranquilo donde poder pararte y pensar, detenidamente, sin prisa pero sin pausa. Pensar en todo lo acontecido. Lo vivido. Lo pasado. Lo sentido. Lo aprendido. Lo escuchado. Lo mamado. Lo deseado. Lo tantas veces querido y tan pocas veces comprendido o correspondido. La penumbra es mucho más que la simple falta de luz, o la ausencia de la misma. La penumbra es donde yo he pasado los mejores momentos de mi vida... y es que hay penumbras, y penumbras de las que jamás hablaré, pues se quedaron para mi como buen templario, y se quedarán para mi el resto de mis días, como hombre y como "hombre"... y como a mis huesos, esos que sujetan mis carnes de hombre y mis costillas que atesoran mi corazón de hombre, como esos mismos huesos que un buen día sé que se convertirán en polvo, les queda una oscuridad total, eterna, y placentera... solo pido que me dejen vivir de mientras en esa penumbra que me da la vida y me la recompone cada día. Porque si he de morir, que al menos sea ya de viejo y cansado, y en la más absoluta de las penumbras posibles, para que mi mente haga un corto e intenso recorrido por los "mejores momentos de mi vida, esos que viví en la penumbra"... 

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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