Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

lunes, 17 de marzo de 2014

El Señor de la eterna sonrisa...

Sí. Tú. El Señor de la eterna sonrisa. El que mora en el bendito Realejo que nuestros padres nos dejaron, y que mi abuelo me enseño a querer a base de salaillas, rejas negras con macetas por dentro y, un señor que da favores a quien se los pide de verdad, envueltos en el frío que el sol la piedra calienta como cada domingo desde que tuve algo de razón. 

Tú. En cuyas comisuras descansamos. 

Tú. En cuyas comisuras se nos va la vida con estos vaivenes siempre apenas inesperados, y que con la misma rapidez con la que nos creemos perdidos, nos volvemos a reencontrar contigo y en Ti...

Tú. Señor de la Santa Cena. Ahí, esperando siempre sonriente que lleguemos a saludarte. 

Tú, Señor. En tu casa. En tu morada santa. En tu Divina presencia... y en tu eucarística passion...

Sí, Señor!!!... Tú... Y nada antes... Y nada después... 

Simplemente Tú, y tu eterna sonrisa...


Y es que así es como te veo. Sonriendo, pese al escarnio al que sabes que serás sometido en breve. Sonríes, a pesar de la traición ya pactada por tres decenas impares de monedas, acuñadas en tiempos de Poncio Pilatos. Sonriendo, pues cantas y bailas entre el cordero pascual, las hierbas amargas y el vino de la vid y del trabajo del hombre... el pan ácimo y las uvas. El cuerpo y la sangre. El cenáculo de passion, por quien todo fue preparado, y para el que todo estaba ya escrito... y a pesar de todo eso, de todo... sonríes...

Quizás ahí esté la razón del misterio de los misterios. Misterio al que no le caben más izquierdos, que los que ya dieron los hombres buenos. Misterio al que no le caben más cielos, que volar contigo tres veces más alto. A la gloria del Domingo más bonito del año. Al amparo de las calles, que hacen cuna y cuna son. Al regusto de los pasos, se lleven como se lleven. Al abrazo de la tarde, que llegó con la primavera. Al laito de la novia, más bonita y más morena. A la vera del Padre y tan cerquita del Cielo... y bajo la sonrisa que todo lo envuelve, por que en todo así fue hecho... 

Eternidad contenida en esa triple sonrisa impar, que nos demuestra tu Santísima, Gloriosa y Sacrosanta Trinidad... tres... abrazo infinito e inmortal, que no tiene más sentido ni más razón de ser, que dejarse abrazar. Abrazo cálido. Amigo el que te abraza. Servicial. Profundo. Amoroso. Fraternal. Paterno. Abrazo eterno de quien te sonríe, sin pedir nada más a cambio, que la mera devolución de esa pequeña muesca que de soslayo se nos escapa, cuando algo te hace mella en el corazón, y deja rescoldo en el alma. Ese pellizco en la comisura, que te delata y te desata...


Y ayer tarde-noche, después de verte caído tres veces también, bajo el peso de un madero que llevas cargadito por mis pecados y los que no lo fueron pero algunos se encargaron de contar (yo se que esos tu no los sumas en mi debe particular), y tras acompañarte como desde hace años siempre procuro hacer desde un monasterio real hasta las mismas puertas de la catedral del Realejo, Santo Domingo siempre de Ramos, entré a verte. Y allí estabas...

Como siempre, con esa misteriosa sonrisa que encierra todo el poder oculto y bendito que tan solo Tu atesoras, y por el que eres adorado (como no te iba yo a Ti a adorar, Señor). Poder que nos prestas y dejas en nuestras manos, cada vez que te miramos. Esa magia de tu presencia, ese eterno bien saber estar, ese correspondido guiño al que te viene a contar la verdad de la vida, de la de cada uno de cuantos te vamos a contar penas y como no, muchas más alegrías.

A veces, te pedimos sin pensar, en que solo con hacer lo mismo que Tu haces con nosotros, la vida nos sería más fácil de encajar y de sobrellevar. Nos sería más sencillo vivir... nos bastaría tan solo con recordar, tres veces al día, que Tu siempre nos sonríes, dándonos clara enseñanza y ejemplo, de lo que todos deberíamos de practicar mucho más. Y me meto el primero, a pesar de que bien tu sabes, que mis comisuras siempre estuvieron repletas de sonrisas, a pesar de los pesares... 


Pero por eso, quizás por eso, más te adoro, y más desatas esa incontestable e incontenible passion. Y creo haber descubierto, que es lo que te hace tan grande Señor, y donde se haya el verdadero misterio de los misterios. Ese misticismo que tiene tu enigmática y soberbia sonrisa, siempre eterna... eso debe de ser...

Señor, se acabaron las penas... ¡¡¡Así na má!!!... simplemente gracias, por todo y por todos!!!... por los momentos malos, y los momentos buenos!!!... Los unos, por que son el camino para los otros... y los otros, por que bien sabemos ya, que son la recompensa de aquellos unos ya pasados... 

Gracias, Señor... por enseñarme a ir por la vida, con mis comisuras siempre repletas de sonrisas, de abrazos, de gestos, de amor, de perdón, de passion... y en definitiva, de la misma Vida, que se escribe con mayúsculas, al amparo de tu SONRISA... esa que nos da la VIDA!!!

Eternamente agradecido, Señor. Eternamente tuyo, Señor. Y eternamente enamorado de tu sonrisa. 

Esa eterna sonrisa!!!... la sonrisa del Señor!!!... El Señor de la eterna sonrisa!!!...

No dejes de sonreírme, Señor de la Cena... no dejes de hacerlo nunca, Mi Señor,.. al que adoro por que siempre nos sonríe y que siempre nos muestra el camino de la Victoria, de la Verdad y de la Vida!!!... tres e impar...

¿¿¿Y ustedes???... ¿¿¿y vosotros???... ¿¿¿habéis visto alguna vez sonreír al Señor de la Santa Cena???...

Ojalá lo veáis con los ojos que lo veo yo... por que una cosa es mirar, y otra muy distinta es ver... y os aseguro, que entonces, cuando veáis, comprenderéis el "porqué" del Misterio de los Misterios... 

Mientras tanto, no lo busquéis en un izquierdo, ni en un "vámonos de tres" (que es bonito e impar)... simplemente esperar ese "guiño", donde esas comisuras repletas de sonrisas, estallan cuando el Señor  al verte llegar te dice:

"Bien, Hermano, bien... pasa,... pasa y entra tan profundo y tan dentro de mi, que tiemblen los cimientos de tu alma... que te estaba esperando!!!... Y sonríe como hago YO cada día, junto al Padre y al Espíritu Santo... quizás así, logres comprender, el "porqué" de mi eterna sonrisa, junto a la Santísima Trinidad... que ese si que es, El Misterio de los Misterios"...


AMÉN... Señor, de la eterna sonrisa... contigo siempre... hasta la eternidad...

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

El Misterio de los Misterios - La Santa Cena Sacramental

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