Pasan los años, y yo sigo quedándome prendado de esta encrucijada que me marca como persona. No son otros, los días distintos de otros meses de marzo que ya pasaron. Estos fríos, no son tampoco distintos a los del ayer, ni tampoco son nuevos. Pero si que calan cada año que pasa, quizás con más fuerza. ¿Será la edad?... no lo se. Solo sé, que la encrucijada de nuestras "passiones", o de las mías en primera persona, se hacen latentes al llegar Marzo. Mes en el que normalmente ya estamos todos los años inmersos en plena cuaresma, y muchas veces incluso habiendo ya cruzado su meridiano compromiso par, porque suma en su totalidad cuarenta días, con sus cuarenta noches. Con sus cuarenta ladrones, que como los de Alí-Babá, nos irán robando una a una, las veinticuatro horas que conforman cada día, hasta dejarnos de buenas a primeras al amparo de la mañana más bonita y hermosa de cuantas me tocan vivir cada año. La mañana de el Domingo de Ramos.
El Domingo de Ramos, el de Misterios. El día en el que la encrucijada toca a su fin, para ser de nuevo camino, vida y esperanza, de un Nazareno que descalzo y sonriente, se nos presenta en Granada, jugueteando con las palmeras a las que trepan nuestros corazones infantiles y de niño, y que cabalga como buenamente puede entre el gentío, riéndose hasta de su sombra. Su divino perfil, se nos dibujará majestuoso al atardecer, bajo el arco que le da paso a su casa. La de San Andrés y la calle Elvira. Esa Jerusalém granadina, que nos dejará como cada año, la primera estampa de lo que está aun por venir. Y todo eso, es lo que yo espero este año, porque se que será diferente, y ahora que llega Marzo y me encuentro otra vez más, en esta nueva encrucijada, recuerdo que no habrá mal que por bien no venga. Que se paren mis primaveras, que nadie ni nada me las adelante. Que me las dejen disfrutar, en la Paz con la que se pasea la Madre de Dios al caer la tarde, entre bambalinas cortejada y tras su Hijo que bendice nuestras calles a lomos de una borrica malafollá, pero que es esa tarde la verdadera protagonista, pues no hubo jamás costalero como ella. A la que saludaré como cada año, con una inmensa sonrisa, amplia y deseada, que se quedará en la comisura de mis labios el resto de la semana, para darle las gracias por los siete de siete que estarán por venir, y decirle que aquí me tiene una vez más. Borrica malafollá y granaina, gracias... otro año más. Dispuesto a disfrutar de El, de su borrica y de su graciosa presencia por las calles de mi ciudad.
Pasa primavera... te estoy esperando...
El Domingo de Ramos, el de Misterios. El día en el que la encrucijada toca a su fin, para ser de nuevo camino, vida y esperanza, de un Nazareno que descalzo y sonriente, se nos presenta en Granada, jugueteando con las palmeras a las que trepan nuestros corazones infantiles y de niño, y que cabalga como buenamente puede entre el gentío, riéndose hasta de su sombra. Su divino perfil, se nos dibujará majestuoso al atardecer, bajo el arco que le da paso a su casa. La de San Andrés y la calle Elvira. Esa Jerusalém granadina, que nos dejará como cada año, la primera estampa de lo que está aun por venir. Y todo eso, es lo que yo espero este año, porque se que será diferente, y ahora que llega Marzo y me encuentro otra vez más, en esta nueva encrucijada, recuerdo que no habrá mal que por bien no venga. Que se paren mis primaveras, que nadie ni nada me las adelante. Que me las dejen disfrutar, en la Paz con la que se pasea la Madre de Dios al caer la tarde, entre bambalinas cortejada y tras su Hijo que bendice nuestras calles a lomos de una borrica malafollá, pero que es esa tarde la verdadera protagonista, pues no hubo jamás costalero como ella. A la que saludaré como cada año, con una inmensa sonrisa, amplia y deseada, que se quedará en la comisura de mis labios el resto de la semana, para darle las gracias por los siete de siete que estarán por venir, y decirle que aquí me tiene una vez más. Borrica malafollá y granaina, gracias... otro año más. Dispuesto a disfrutar de El, de su borrica y de su graciosa presencia por las calles de mi ciudad.
Pasa primavera... te estoy esperando...