Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

viernes, 18 de marzo de 2011

Treinta días... como treinta monedas...

Treinta días, solo quedan ya treinta días. A partí de hoy, cada uno de nosotros irá gastando poco a poco, cada una de las monedas que nos lleven a un nuevo Domingo de Ramos. O las irá guardando en su bolsa. Cada uno que haga lo que más le convenga. Yo seré de los que las iré gastando. Guardar??... Y para qué??... durante estos últimos días, mi alma se irá desgastando y haciéndose girones, para renovarse por completo durante una larga semana de nueve días. Y una par de ellos de propina que serán el Viernes de Dolores y la jornada que le sigue.


Aunque de todos es sabido, que la cuaresma es tiempo de preparación para la pascua, para los cofrades, es tiempo de preparación para la salida penitencial. Penitencia y regocijo. Del alma y de los sentidos. Montajes de altares, preparación de cultos, últimos cabildos, presentación de carteles y pregones, nuevas marchas, enseres que se añaden a nuestro patrimonio, interesantes bordados de treinta monedas... o más...


Charlas cuaresmales, tertulias improvisadas, priostes que se afanan en que todo esté limpio y en orden, albaceas que se multiplican para atender a los hermanos en sus retiradas de hábitos, secretarios que no dan a basto mientras las arcas de la hermandad se recuperan lentamente, hermanos mayores que ya no saben ni quien son, ni para que están, ni que deben de hacer. Capataces que ultiman sus "igualás", y costaleros que se afanan con los kilos y en la pelea de sus ensayos siguen dando pasos hacia la gloria... y pregoneros que nos la traen a la misma puerta de nuestras casas... enhorabuena Fernando, de corazón. Suscribo todo el final de tu Pregón, pues cuantas veces hice yo mías esas mismas palabras...


"Perdóname, pero déjame que disfrute, que no lo puedo evitar, cuando días antes me cruzo con un cofrade y, tras del saludo, a los dos nos delata una enorme sonrisa, cómplices de lo que está por llegar... Que no lo puedo evitar, cuando el Viernes de Dolores la emoción nos envuelva después del viacrucis del Despojado o del Rescate y nos juntemos en el bar León a media noche, todos a punto de estallar... Perdóname, déjame que disfrute, que no lo puedo evitar, cuando la mañana del Domingo de Ramos pasee con mi medalla al cuello levitando de una punta a la otra de la ciudad, deseando buenas Estaciones de Penitencia con los pasos montados ya..."... D. Fernando Egea Fernández-Montesinos


Y también llegaran durante estos treinta días los retrasados a nuestras casas de hermandad, los que siempre hacen las cosas a ultima hora. Y aparecerán rezagados, seguro, los que no puedan por esta maldita crisis que nos ha tocado vivir, y que a más de una familia habrán asfixiado hasta le extenuación. Aun así, intentaran por todos los medios, poder realizar estación de penitencia junto a sus titulares, dejando algunas cosas de lado. Algunos renunciaran a la idea de salir, tan solo por treinta miseras monedas... ¿Donde están los hermanos, y donde la hermandad?...


Mientras, iremos descontando los días de una calendario mental, que vamos desgranando durante el resto del año. Treinta días, señores. Solo nos quedan treinta días. Un suspiro. Un pestañeo leve, dulce y que nos sobrecoge el alma. El pecho se llena de aire, y se intenta respirar mientras las imágenes nos envuelven en una lenta cruzada. Treinta días para la Gloria... treinta días, como treinta monedas. Yo las iré gastando, para que cuando nos sobrecoja la mañana más bonita del año, nuestra alma sonría, y nuestra mente deje de volar con la imaginación y nos siga llevando a soñar con chicotás inmortales.


Póstulas, ramos y palmas, visitas a los templos para ver lo que por la tarde nos será prácticamente imposible visualizar. Pasos montados y montajes de otros tantos que saldrán en otras jornadas. Oolores distintos y cercanos, tan cercanos que nos perfuman el resto del año y viven ya para siempre en nuestra memoria y en nuestros sentidos. Mañana de traje oscuro y pegatina en la solapa, mañana de sonrisas y abrazos, mañana de alegrías por los reencuentros y recuerdos sentidos y profundos por los que ya no están, y que seguro que nos harán escapar una lagrima que otra... ¡¡que mañana más bonita, la del Domingo de Ramos!!!... ¡¡¡que maravillosa mañana!!!... ¡¡¡que luz desprende la Carrera del Darro, y la Plaza de Santo Domingo!!!... ¿¿y Plaza Nueva??... ¿¿y el Perpetuo Socorro, o el Sagrario??... ¿¿y de barrios y espaldas nuevas por Fígares??... y las sillas vacías??... y la vuelta a casa con mis hijos... que bonita mañana y que hermosa victoria, poder vivirla un año más...


Y a ella le seguirá el almuerzo, y la ropa esperando desde la mañana preparada en la cama. Y me vestiré como siempre, en la soledad de mi habitación, con las ilusiones renovadas por completo, siendo yo más yo que nunca. Este año, cambiando el negro pantalón por uno blanco inmaculado y sacramental, pero con la misma ilusión. Y entonces sabré que ha llegado la hora, en la que por primera vez en la próxima semana santa me sumerja en la oscuridad que me proporciona un faldón, con el corazón tranquilo, palpitante, emocionado y seguro de que lo que se está haciendo, es tan solo por El, y para El...


Y entonces, como todos los años, como todas las cuaresmas... habré gastado mis treinta días que me quedan, y mis treinta monedas ya no estarán conmigo... y llegaré a perpetuar oscuridades placenteras al amparo de faldones donde se acuñan las estirpes y los hombres se hacen más hombres... y lo haré como siempre, como dese un principio así fue y ha sido, como todos los años. Llegaré con mi bolsa vacía, dispuesta a llenarla poco a poco un año más, para que me dure el resto del año. Hasta que tan solo me vuelvan de nuevo a quedar treinta monedas... que yo no las quiero. ¡¡¡Te las puedes quedar tu...!!!

El mismo Dios... Soberano Poder...


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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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