Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

miércoles, 5 de enero de 2011

Se acercan...

Se acercan... y con la oscuridad de la noche realizarán su cometido. A estas horas, seguro que ultiman detalles, para que todo esté medianamente bien hecho. Los últimos vistazos a las cartas que hace ya días tiene en su poder. Las prisas, malas consejeras siempre, que en estos días son santo, seña y compaña de quienes caminan por las calles, mirando escaparates y volviendo muchas veces las miradas, hacía donde las lagrimas no las vea nadie. Son ellos, están ahí aunque nadie los vea. Siempre lo están, pero hay días en los que parece que nadie los quiere ver. En estos días dan la carita y se asoman a los cuartos en penumbra, cuando ya todos duermen. Miran, observan, e intentan recordar que fue lo ultimo que le pueda dar una pista para intentar sorprender con cualquier cosa, por poco que sea. La verdad, no está la vida como otros años y en la economía familiar sen nota, y aun así hacen lo que no está en los escritos, para que la mañana del día Reyes, sea mágica. O al menos, feliz...

Mañana descansaran durante todo el día, ya que estas jornadas atrás se han pateado calles y aceras en busca de la felicidad envuelta en papeles y lazos. Largas caminatas, a veces cargados de regalos y otras no tanto. Los hay que no les caben en las manos tantas bolsas y paquetes. Pero también hay muchos de estos "reyes" que en los humildes bolsillos de un pobre chaquetón, llevan el más preciado de los presentes, para aquellos que con poco o nada se conforman. Esta crisis no ha hecho más que agudizar el sentido de la festividad que celebramos mañana. Nos ha puesto las pilas a todos, de una manera despiadada y de la que ya muchos ni nos acordábamos. O no lo queremos hacer de un año para otro. Unos años vinieron mejor, y estos Reyes, pues bueno... no son todo lo que uno siempre quisiera para los suyos... y yo no me quejaré Señor... no me quejaré...

Pero en mi casa, las cosas están cambiando y muy deprisa. Mis hijos crecen y ya no son aquellos que con los ojos abiertos como platos, descalzos y con sus pijamitas y batas, se levantaban a esas horas que solo se levanta uno la mañana del día de Reyes... ya la cosa no es ni igual, ni la misma, ni parecida. Pero aun se guardan las formas y las maneras en mi casa. O al menos, se intentan. Lo que si es verdad, es que esta sobremesa, en el ratito que tengo para fumarme un cigarrito después de comer (en mi casa aun se puede fumar) y antes de marchar otra vez para el trabajo, hemos coincidido en que ya nada parece lo que fue...

Aun así, mañana seguirá siendo una jornada de sorpresas, por pocas que sean, o por poco que importen su valor monetario o su cuantía en euros. Las habrá... y de eso si que puedo dar fe... porque no hay cosa peor para un padre, que tener que limpiar las lagrimas de una madre, al acordarse de los Reyes de sus hijos... de lo que fueron y de lo que son... y en mi casa yo tengo dos Reyes, que valen más que todo un ejercito de camellos, pajes y beduinos cargaditos de regalos. En mi casa ya vinieron los Reyes para mi y para su madre, hace muchos años... tantos que ya casi hasta me marean al recordarlos... y esos Reyes me los trajo Dios, porque así lo quiso El... un 22 de enero de 1996 y un 15 de julio de 1993...

Feliz noche de Reyes, aunque algunos hayamos tenido en estos días que tachar más de una y de dos cosas de esas listas que "ellos, los Reyes Magos"... tienen desde hace ya semanas...

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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