Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

jueves, 4 de noviembre de 2010

En tan solo un segundo

En tan solo un segundo. Avanzo entre un mar de capirotes negros y espigados, sin querer molestar, o siempre lo más mínimo, a un cortejo que llegando está a la catedral. La Cruz de guía, en plena Plaza de las Pasiegas y el primer tramo de hermanos, apenas cubriendo cincuenta metros escasos hasta donde la vista me da a distinguir un juego de ciriales. Un solo segundo. Uno solo. Corto, imperceptible, fugaz, rápido, mínimo, veloz. Apenas un vistazo. Un pellizco hondo y sereno. No te da tiempo a pensar. Ni parpadear. Y ahí está. Bajo el peso de nuestros pecados, caminando valiente y sin ayuda de nadie, con una zancada poderosa, incluso hasta prepotente, cargada de soberbia y de soberanía. Un segundo ha bastado para que se me queden sus hechuras, y mis pupilas se claven en la mar de su presencia divina. En tan solo un segundo, mis suspiros se juntaron en uno solo. Mi alma se agitó y se estremecieron las vigas en las que se apoya este pobre corazón, que muchas veces ya no sabe ni donde está, ni el porqué de tantas cosas. Un solo segundo, Señor. Y te vi pasar como siempre ante mi. Majestuoso, cruzándome contigo, como tantos años en mitad de un relevo que me de un soplo de aire para volver a casa con mi Reina Salesiana. Todos los años igual. Siempre en el mismo sitio y prácticamente a la misma hora. Yo ya de regreso y Tu aun quitando pecados en cada chicotá. Un solo segundo, Señor, todos los años le araño un instante al reloj de mi vida. Al ansia de no tenerte más a menudo. Un zarpazo al tiempo, o lo que es lo mismo, lo que uno tarda en persignarse como símbolo reconocido de tu Divinidad y del madero que portas. Y me alejo... buscando cualquier calle que me saque de Mesones para ir al encuentro de mi relevo en el Cine Aliatar... como cada año... yo empiezo ya mi recogía particular. San Antón me espera y el Angel Custodio silente, será fiel testigo del caminar de mi hermandad buscando un barrio que quieran o no, rezuma cofrade por los cuatro costados. Ahí te dejo, Señor poderoso, Cristo Rey del Albaicin. Pasión que caminas en busca de una muerte serena y redentora a la que yo acompaño como cada Jueves Santo... recuerdos de esos 20 segundos que desde 1990 hasta 2009 he vivido y compartido contigo, en la misma calle Marques de Gerona. Antes entrando a ella por Pescadería, y ahora entrando desde Mesones... mi palio ya se aleja, Señor, y se me pierde por Alhóndiga. Permíteme que me vaya, Ella me espera... y todo esto en tan solo un segundo. Gracias por haberme dado el privilegio un año más de verte en la calle, Señor de Pasión. Un segundo me basta y me sobra, para saber que siempre has estado ahí. Inmenso como el color de tus ojos reflejados en la Mar...

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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