Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

jueves, 3 de abril de 2014

De toda la vida...


De toda la vida... porque así empezó todo... y a la historia me remito... una historia que comenzó años atrás, pero que en 1986 tomó definitivamente forma, concepto, y alma... llegaba la Salud a Granada. A Salesianos y a su Cofradía de Penitencia (esto es otra cosa, de la que hablaremos algún que otro día. De la penitencia en mi cofradía)... Y entonces llegó Ella. Como os decía. Año de Nuestro Señor de mil novecientos ochenta y seis. Y así es la historia. De toda la vida. Desde que yo tengo uso de razón "cofrade" y comencé este periplo jartible y a veces tan mal recompensado, de tener una vida en torno al movimiento de las cofradías de penitencia...


Desde que me postré y me rendí ante tus plantas, como decía y dice aún hoy en día, aquel canto que desde mi niñez lleva sonando cual soniquete temprano de cada mañana, en cada clase, en cada misa de días veinticuatros y en cada letanía que de vez en cuando hasta me sorprendo a mi mismo recitando... "Rendidos a tus plantas, Reina y Señora, los cristianos te aclaman, su Auxiliadora"... 


Y a eso llegaste a mi vida. Para auxiliarme. A mi, y a todo un colegio. A mi, y a mis seres queridos. A todo un barrio y a toda una ciudad entera. Llegaste, para no dejarnos solos jamás en el camino de la Vida. Para colmar de Salud a todos nuestros seres queridos, y como no, a todos los hermanos de Tu cofradía. Y con ellos y por ellos, a través de ellos, repartir Salud a manos llenas, caminando al son de la fe, detrás del Verdadero Perdón de los Pecados. Tu hijo, el Señor de la Redención. Muerte y salud salesiana. Auxilio de Cristianos y Redentora de Almas... queridísima Virgen de la Salud. Nuestra y Señora...


Y por eso, porque es y fue así de toda la vida, yo no te conozco de otras formas y hechuras, más que de las que deben de ser. Por muchas veces que cambien tus maneras de vestir. Por muchos rostrillos y sayas nuevas que ya estrenases, o que estrenes con el venir de los años, y que siempre están por llegar. Por eso, y porque yo aprendí a quererte así, no me hago a la idea de verte cada Jueves Santo, de otra manera que no sea como siempre te vi... como siempre te recuerdo, y como debería siempre de ser...


Como siempre te vi. Como siempre te recuerdo. Y como te veo cada vez que cierro los ojos, y me acuerdo de Ti... Saya blanca y manto azul. Saya del color del sudario que atravesados pies, lino y madero, sostiene en ese paño de pureza infinita, manchado con toda la sangre vertida por el Perdón de nuestros pecados, al Mismo Hijo de Dios... Saya blanca, como inmaculado blanco sin mancha fue tu vientre, por siempre Amén. Saya blanca, como las sonrisas de tus hijos, cuando por primera vez se acercan a Ti, en las misas del colegio. Sonrisas infantiles y benditas todas ellas. Sonrisas blancas que resuenan por los pasillos salesianos de un colegio que debiese de ser germen y semilla para las generaciones futuras de los cofrades que continúen con el camino de tu Hermandad... Sonrisas. Sin maldad ni contrastes... simplemente blancas... Saya blanca del color del blanco roto de tu dolor, por un corazón atravesado al saber que tu hijo acaba de morir por todos nosotros. Saya blanca, rota y sucia, de correr por el camino del monte calvario... ese Gólgota que trepaste como las locas, queriendo estar siempre lo más cerca de EL...


Saya blanca, Señora. Madre mía de la Salud. Tu y tu saya blanca. La de siempre. La de toda una vida. Cualesquiera de todas las blancas que hayas tenido. No pido ni una en particular, ni la otra por ser de tal o de cual. Me da igual incluso, quien te la regalase o quien te la bordase, pintase o cosiese... eso me da hasta igual. Lo que no me da igual, es que cuando TU salgas a la calle, cada Jueves Santo, no salgas con tu saya blanca... la de toda la vida... sea la primera, la última, o la que esté por llegar, para revestir la pasión hecha cintura de mujer, bendita entre todas las mujeres...


Saya blanca, la que te da la impronta que siempre tuviste. Saya blanca y manto azul. Manto azul, salesiano. Manto azul de un cielo claro y limpio con el que tantas veces nos pusimos en la calle, al llegar esas tardes de jueves santos. Manto azul, del cielo en el que se cuelgan ya tantas miradas de los ojos que ya nos faltan, y que todos sabemos que están contigo, allá donde tengan que estar. Manto azul, como el capillo de nuestros hermanos, que avanzan y dan luz al Señor, y que te marcan a lo lejos, el reguero de la fe de unos hijos con muchos metros por delante que andar, formando hileras que en la noche te permitan no salirte del camino, para dar con El al llegar la madrugá... 

Manto azul y saya blanca... como siempre fue, y como siempre debiese de ser...


Yo no hablo de que Tu no tengas otras sayas, de otros colores, en otras tonalidades, para eventos especiales, para diversos cultos y demás actos litúrgicos, como debe de ser así también. Yo no pido que se quemen las que no sean blancas, en el patio del colegio. No. Y creo que esto es algo que debo de dejar bastante claro, porque después hay "cá uno", que es mejor decir las cosas, y pisar con pies de plomo, no vayan sus señorías a cogérsela ahora, con papel de fumar. Todas las sayas que ya tengas, buenas son, fueron y serán... y gracias a los que las donaron, las realizaron, las pagaron, las pensaron y las ejecutaron. Gracias a todos, pues es Patrimonio de la Hermandad y de Ella... 


Jamás iré en contra de algo que Tu ya tienes, y que no voy a entrar a valorar, pues ni soy bordador, diseñador, vestidor o historiador de artes y partes... NO... ese no es el cometido de esta entrada, ni mucho menos el de este pensamiento en voz alta... que es un pensamiento solo mío, personal e intransferible... Yo, a TI, siempre te veo con saya blanca y manto azul...


Simplemente, pienso así, y digo que una Hermandad o Cofradía, debe de ser mucho más que ponerse en la calle un día al año, cambiándole por completo las hechuras, formas y maneras a la impronta de una imagen, que debería de salvaguardarse, por el bien de los que ya se fueron, y por dejarles un legado a los que están por venir. Debe de ser algo más que "cambiar constantemente, sin sentido alguno", la impronta de como una hermandad salesiana como la mía, debe (o debiese) de ponerse en la calle cada jueves santo, al caer la tarde. Solamente digo a través de estas lineas, de un blog que es muy mío y muy personal, y en el que no presto mis lineas a las voces de nadie, salvo a la mía propia... y en el que hoy digo, alto y claro:


Saya blanca y manto Azul, para mi Virgen de la Salud... y a las imágenes que os he ido dejando en esta entrada, entremezcladas con este breve texto que hoy he escrito con el corazón en la mano, me remito... las historias de las hermandades, están ahí. Búsquenlas. Léanlas. Y hagan honor a ellas. Y por muchos Hermanos Mayores que pasen, por muchas Juntas de Gobierno, por muchos cofrades que se empeñen en cambiar las hechuras de lo establecido, por muchos vestidores que se dediquen cada año a mas que vestir vírgenes, presentar una pasarela anual de nuevos tocados, formas y maneras... sean lo suficientemente capaces, de honrar las historias de sus cofradías. Para poder decirle algún día a sus hijos o a sus nietos: "... nene... ¿ves la virgen, como va vestida de Reina hoy que es Jueves Santo?... ¿ves como se pone en la calle tu cofradía?... pues así lleva siendo, hijo mío... de toda la vida..."...


La impronta de una Cofradía, de una Hermandad, pero sobre todo, la impronta de su Titular mariana, a la hora de presentarse cada Jueves Santo en la calle, como Reina que es... debiese cuanto menos de no ser modificada, al antojo de modas, modismos o simplemente el gusto de alguien, por ser alguien, que como todas las cosas, dejará de serlo... 


Recordad. Todos... aquí en las cofradías, como en la vida, las personas estamos de paso. Pero Ellos (El y Ella) siempre quedan, como quedan y quedarán sus cofradías... así que hermanos, respetemos las tradiciones, las maneras, las hechuras y sobre todo las improntas... 


Y para mi, mi Virgen Madre y Señora Nuestra de la Salud, siempre, siempre, siempre... saya blanca y manto azul... y ya si queréis que me ponga un poquito pejiguera, por supuesto, que sin puñal en el pecho, y con sus mariquillas... lo siento... es lo que hay, y como es lo que pienso, así os lo digo... ¿un toquecito este año?, se entiende,... ¿un cambio en la hechura del rostrillo?, se valora,... ¿un tono distinto en sus vueltas?, se mira... ¿un miraquetediga que bonita que va?, pues vale... pero, ¿cambiar por completo la impronta de una titular mariana?, ¿así por que sí?... pues NO... al menos para mi, NO...


Y después de todo lo escrito, y con lo que no pretendo ofender a nadie (discúlpeme aquel que así se haya sentido) solo me queda deciros, que siempre Salud, hermanos... Salud, para todos, "aunque no compartáis mi opinión"... 

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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