Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

jueves, 28 de marzo de 2013

Señora de la Salud..

Señora de la Salud, dueña de mi vida y del alma mía... 
no me desampares, ni de noche, ni de día... 


Feliz Jueves Santo en Granada, y en mi casa...

jueves, 21 de marzo de 2013

Si te vas... al menos llévate mis besos...

Llévate mis besos, Señor... al menos, llévate mis besos...

Como cada Jueves Santo, te esperaré donde siempre. Como cada año de condena impuesta por uno mismo, pues nadie mejor para hacerlo. A poder ser, y si no me lo impide nada ni nadie, allí te esperaré, con mi manojo de claveles rojos como la sangre humana que compartimos ambos dos. En el mismo lugar desde donde hace ya unos cuantos años, te veo pasar cada Jueves Santo, y a continuación, me quedo a esperar que tu Madre pase por el mismo y justo lugar. El azulejo de calle Almuñecar... ese que para mi tiene tanto significado, por ir a rezarle a Tu Madre, siempre que tengo ocasión... y pedirle por los míos y por los que no lo son, nada más que Salud... que con la que está cayendo, para que queremos pedir nada más...

Allí estaré, pues allí es donde quiero estar. Este año, con una razón más. Como ya sabes, mi hijo Francisco va debajo de tu Madre. Mi Madre,... Su Madre... eso ya no es nada nuevo, y bien que lo sabes de hace ya años... y este año volverá, aunque siempre con renovadas ilusiones, dado su carácter alocado y jovial, fruto seguramente de la edad, y de esta sociedad que cada vez los deja menos disfrutar de su infancia y de su juventud, para convertirlos en esclavos de otros, como los que ya lo somos desde hace ya algún tiempo...

Pero este año, la comisura de mis labios sonreirá abiertamente al ver pasar el primer tramo de salesianos nazarenos vestidos de riguroso luto por tu muerte y la de tantos, y de azul celestial que nos marca los contornos de las nubes, esas que espero despejen los cielos zaidineros dentro de siete días, siete...


Jesús. Con Tu mismo nombre. Hijo mío, como yo lo soy de Ti, estará por propia y decidida decisión  por primera vez en el cortejo. Y no ha querido que se le pase la mayoría de edad sin salir penitente en procesión en su hermandad, para acompañarte con su cirio encendido, marcándote el camino lejano y cansado hasta la Santa Iglesia Catedral... pues sueña con salir en un futuro próximo de costalero...

Y he de reconocer que la idea, además de partir directa y exclusivamente de él, a la vez que surgió y reventó los cimientos de este que te escribe y te piensa cada día, sabiendo yo ya lo que es salir en tu cortejo y en algunos otros bajo capillo o verdugo, de las mismas y amplias maneras me sorprendió... y me sorprendió para bien,... para muy bien... para estupendamente bien... que orgulloso estoy Señor, de los hijos que me has dado, y que a pesar de todo, conservo... 

No me lo esperaba, Señor... por eso, y aprovechando que fui el otro día a verte, como hago siempre cuando a veces nadie nos mira... como hago siempre y no tiene por qué ser una misa de la Cofradía... como hago siempre que me cuelo incluso cuando la única inquilina humana es la señora de la limpieza que le da un fregaillo a la iglesia de María Auxiliadora..., y no iba a ser menos al llegar los Cultos que en tu Honor y Gloria realiza mi salesiana Hermandad. Así que coincidiendo con el primer día de Triduo y Descendimiento en Tu Cruz, del lugar desde donde contemplas pasar la vida de cada uno de nosotros, esperé como otros años, a que detuvieses mi devoción cansada en horizontal sobre paño burdeos... y paciente esperé mi turno. Y te dejé mi beso impar... y te dejé mis besos, en tus pies fríos e inertes que me dan la vida.... y besé tres veces tres, la bendita llaga de tu costado... para que te lo lleves contigo... contigo y con él... contigo y con ellos... tres veces tres... una por mi para ti, y otras dos, por ambos dos que estarán contigo en menos de una semana...


Tu, Señor de la Redención, eres el principio y el final de todos mis caminos, la leve angustia que atesoras en tus costeros con la mecida justa que tu muerte se merece, la pureza bendita que se te escapa en la mirada cadáver de un cuerpo que aun parece tener vida, el soplo que alimenta mi fe y mi devoción con los regueros sangrientos de tus heridas, la lima que araña mi alma y le da sentido a mi vida, a mi ser, a mi caminar, a mis noches en vela, a mis días plagados de sonrisas para cuando me hayan de faltar. Lo eres todo, porque siempre ha sido así... y no hay más... y ahora soy tan feliz, de saber que plenamente también lo eres de ellos.. de estos dos, por los que daría mi vida, sin dudarlo ni un instante. Sin pestañear. Sin más que dejarme llevar por la querencia infinita que les tengo, pues son Dios, puesto que son de Dios... y no hay nada más divino que mis hijos, marcados a fuego con una "erre" imaginaria y con una "ese" inmensa... Redención y Salud...  

Buena estación de penitencia tengan mis dos hijos, Señor de la Redención. Uno de nazareno y otro de costalero mariano y fraternal. Ya navegan ambos dos a la deriva de nuestras cuaresmas. Y navegan por los cielos de sus sueños, para cumplir a tu lado el tuyo. Santificado sea tu bendito nombre, Jesús de la Redención. Glorificado sea el nombre de quien te dio de mamar. Hágase tu voluntad, siempre así en el Cielo, como en Granada Tu Tierra. Sígueme dando a mi el pan de cada Cena, y perdóname mis miserias y mis propias condenas. No dejes que nadie pueda caer jamás en el intento de a mis hijos comparar conmigo. Ellos son mis hijos, pero no son yo,... al igual que yo no soy ellos... somos una triada, un infinito y eterno impar, al que yo trato de venerar y honrar... pero nunca seremos trinidad... cada cual es cada cual... Fran, Jesús, y este pobre mortal privilegiado con el tremendo honor de ser su padre... 

No dejes a mis hijos caer en la tentación, esa que yo en nuestra cofradía no puedo evitar. Líbralos de todo mal, Señor, y acompáñalos en su largo caminar que dará comienzo con un nuevo despertar de Jueves Santo... y si la tarde se da buena, y el tiempo acompaña dentro de siete días siete a la Real Cofradía de Penitencia y Hermandad Salesiana de la que Tu ostentas tan colegial nombre,... si así es, y ojalá que así lo sea... si te vas con ellos para Graná... al menos... 

... llévate mis besos, Señor... llévate mis besos...

Fotografías de José Velasco

miércoles, 20 de marzo de 2013

Con la primavera...

Con la primavera, o eso dicen, llega el Señor... cuando en verdad, no se ha apartado de nuestra verita en todo el año. Si acaso, hemos sido nosotros los que hemos ido volviendo la cara a tantas y tantas cosas, que muchas veces ya no tienen recuerdo ni recuento. O quizás las olvidamos, creyendo así, que están ya más que saldadas... "Mea culpa",... dijo el pecador,... pero cuan fácil es entonar un mea culpa, cuando el arrepentimiento no es ni sincero, ni jamás se hizo con ánimo de no volver a tropezar con la misma piedra. Esa con la que finalmente, terminamos tropezando setenta veces siete...

Y ahora, que llega la primavera, todos nos acordamos del Señor...

Hosanna!!!,... gritamos al cielo azul de una Granada que espera con el despertar de una primavera más,...mientras tendemos en el suelo nuestras más ricos mantos, partimos ramas de nuestros mejores olivos, y agitamos hojas de palma con las que trenzar corazones a la deriva de un socorro perpetuo, que parece que nunca termina de llegar... suenan tres golpes graves, lentos, sonoros, y es entonces cuando las calles rebosan de una paz infinita que parecía adormecida, callada y quieta durante el resto del año... pero claro, es que estas cosas solo llegan con la primavera...

Todo parece que cambia cuando llega la primavera... y a la carrera bendita de un romántico palio, "el palio más romántico de toda graná", vuelven sus caras los pintados frescos profanos que con el gran sol se confunden. La Alhambra, siempre mera espectadora de un proceso sin sentido. El rumor del agua, no deja siquiera escuchar al pregonero dictar la más injusta de las sentencias de todas cuantas dictamos a diario,... las nuestras,... esas contra nuestros propios hermanos...

Pero con la primavera, como que todo llega... y por conventuales callejuelas donde niños luchando le dieron nombre a una calle, se encarna el cautiverio  nazareno de un cristo de manos atadas, y de una triste y absoluta soledad...

Con la primavera, nos llegan sones cartujanos despojados de sandalias pecaminosas, que en ardientes llamas de fe forman regueros luminosos con los que atravesar callejas nuevas, pero inertes de amor por lo visto durante el resto de estaciones... atrás quedó el verano caluroso encendido de faldas cortas y gotas de sudor, el otoño que aquí ni es chicha ni es limoná, y este invierno frío, ausente y crudo, húmedo a no poder más...

Y es entonces cuando el Misterio de todas las primaveras, se rompe en mil impares migajas de pan recién horneado, que es cenáculo a duermevela de un domingo inesperado en un dominico rincón, de barrio juncal y real como la vida misma, donde se escuchan salmos cantados al compás del cordero pascual y las hierbas amargas, bailes y charlas animadas, hasta que las sombras proyectadas en encaladas fachadas arcáicas dan paso al blanco de la luna de parasceve...

Seré yo??...

Pues claro que seré yo, Señor... y ponerse todos los demás la mano en el pecho,... entonemos juntos el Mea Culpa de no habernos acordarnos de Ti, durante el resto de las hojas ya tachadas de nuestros calendarios deshojados, día a día, semana a semana, y mes a mes...

Y no me vayan a tirar piedras, ni levantar la mano aquel que esté libre de culpa o de pecado... que ya me la levanto yo contra mi mismo, y aquí lo dejo escrito hoy... hoy que parece que todo llega...

Con la primavera...



lunes, 18 de marzo de 2013

Sin ganas de ti...

Lo reconozco. Lo siento, pero aun sintiéndolo como lo hago, lo reconozco. No me escondo. Nunca fui de jugar al esconder, con las cosas del corazón. No tengo ganas de ti. Así, sin más...


Así me encuentro en estos días, y así lo digo. Abiertamente. Escrito palabra tras palabra. Sin tapujos ni pelos en la lengua, esos que nunca me faltaron para decir lo que pienso,... y lo que siento. Sea donde sea. Con quien sea. Como sea... Así soy yo... y así creo que moriré. Y es mas, me gustará morir así. Diciendo y sintiendo lo que digo y lo que quiero,... lo que amo, lo que cuido, lo que venero y lo que adoro...

La Santa Cena - Realejo - Granada

Pero es tal el sentimiento que estos días tengo, que he de decirlo y desahogarme en este fondo blanco donde se colocan letra tras letra, mis más sinceros, puros y profundos pensamientos. No tengo ganas de ti, y bien que lo siento...


No tengo ganas de ti, por que aun sabiendo que nos traes bien para la humanidad, yo creo que muchas veces ya nos empezamos a cansar siempre de lo mismo...


Me encuentro sin ganas de ti, y no pasa nada el reconocerlo. Es más, a veces creo sinceramente, que si ha de pasar el tiempo sin vernos, no te echaría de menos. O si lo hiciese, sería más bien poco... y me duele incluso el escribirlo, pero es así...


Tal y como lo siento esta misma tarde, al abrigo de la sobremesa que no existe, pero que no deja de ser sobremesa sin mesa ni mantel, sin vino y sin pan... en definitiva, sin ti... 


Sin ganas de ti,... ningunas,... increíble pero cierto... y aunque suene duro al leerlo, no me puedo ni quiero engañar a mi mismo, ni al resto de los lectores de este pequeño rincón... 


Y aunque trato por todos los medios, de no hacer caso al corazón, e intentar pensar con la cabeza, la tarde despejada y sus azulados cielos, me hacen desear el no volverte a ver...


No se ni lo que digo, ni lo que escribo tal vez... pero es tan fuerte el sentimiento de no tener ganas de ti, que me puede más el tener que decirlo, que guardarlo y no compartirlo con vosotros...


Lo siento... ¿¿¿Como puedo estar yo diciendo esto???...


Lo siento. De veras que lo siento... Pero es un sentimiento que conforme van llegando estos días de "passión" con dos eses impares, más se impregna de mi ser. Y reniego de mi y de mi alma si así la tuviese en propiedad... pero ya sé que mi alma no es mía, y que pertenece a quien con sus dedos la arañó en su día...


Sin ganas de ti, y apenas estás llegando, y ya te tengo aquí en siete días,... no me apetece verte,... ni sentirte,... ni empaparme de ti siquiera... así estoy este año, y maldita las ganas de verte siquiera aparecer... 


Sin ganas de beberte, despacito, como todos los años... 


Sin ganas de ti... 


Ningunas...


Lo siento... 


Pero he decirlo... y dejar constancia en mi blog, de que no te echaré de menos...


Perdona si acaso, mi osadía por no tenerte ganas, pues es una sinrazón en los tiempos que corren...


Pero tu me entiendes,... seguro que me entenderás...


Estoy sin ganas de ti, como todos los años por estas fechas...

La lluvia llega débil a Granada... pero para quedarse

Así que por favor... señorita LLUVIA... váyase usted al mismo carajo... y déjenos en paz, "manquesea una semanita con sus siete días"...

Feliz Semana de Pasión a todos... 
y ojalá que la próxima semana, todos podamos cumplir nuestras Estaciones de Penitencia...

Pd: Fotos de La Luz del Guardabrisas, La Locura de una Familia Cofrade, Granada Cofradiera y Manuel Puga.

viernes, 15 de marzo de 2013

Mi Gólgota particular...



Mi Gólgota particular... eterno, personal, único e intransferible...

Todos tenemos nuestro Gólgota particular en nuestras vidas. Cada cofrade tiene el suyo. Y lo encontramos en los sitios a veces más insospechados. Y la mayoría de las veces, en aquellos que ni siquiera podemos llegar a imaginar. Pero nos llegan. Quizás, cuando menos lo esperamos. De forma clara, directa y concisa. Y te golpéa de tal forma, que ya no puedes desprenderte jamás de ese gólgota que es personal, único e intransferible. Y mal aquel que lo haga, pues no hay nada mejor y más cabal para poder continuar siempre nuestras vidas y nuestros propios caminos, que al menos, saber perfectamente de donde venimos...

Unos, encuentran su gólgota al amparo de alguna plazoleta recóndita y escondida, de esas que en Granada te encuentras al revolver una esquina de algún callejón estrecho y blanqueado. Otros siempre soñaron el suyo, hasta que lo hicieron posible, tras el misterioso halo que nos deja una hermandad silente de calle angosta y que serpentea formando un haz luminoso de fe en ardienta llama siempre encendida, tras el que se reza descalzo al paso de un milagroso cristo cansado y abatido en la cruz, mientras resuena el tañer de campanas de duelo que martillean los tímpanos de quienes estamos a pie de acera. O lo encontraron en barrios del centro, tras un cristo maniatado y abofeteado por todas nuestras culpas... y por todos nuestros pecados... al que a mi me llevan siempre todas las calles...

Seguro que muchos, los que más, encontrarón su querencia en aquel barrio que tan solo nombrarlo, para los que no somos nacidos en el, nos huele a incienso, flor y cera... (aunque muchos de nosotros, hayamos hecho nuestro ese barrio, a base de chicotás soñadas al amparo de la oscuridad que nos ampara bajo el faldón). Y que además, coincidirán ustedes conmigo, que dicho barrio tiene una calle que le da sentido a todo esto de las cofradías de alguna manera. Jesús y María... y no hay mejor nombre que ese, para una calle cofrade en toda Granada... ni en ninguna otra ciudad...

Para algunos, su gólgota es tan solo el sentir devocional, de esa imagen que fuese antaño santo y seña de sus padres y/o de sus abuelos, hayan nacido ellos donde fuese y así les tuviese Dios predestinado. Y para otros, para muchos otros, tan solo nos sorprendió nuestro particular gólgota, de buenas a primeras. Sin tener unos precedentes cofrades anteriores en casa. Ese es mi caso... ni padres costaleros, ni abuelos cofrades, ni tíos capataces, ni familiar alguno que hubiese vestido jamás el hábito de aquellas hermandades con las que mi barrio por aquel entonces, aun no contaba. Y os lo cuento... a mi, ese Gólgota particular, me sorprendió apenas con la edad en la que un niño no tiene más pensamientos diarios que los de jugar con sus amigos y compañeros a darle patadas a una pelota en el patio de un colegio. Ese colegio casi recién llegado al barrio apenas una década antes, y donde en un solar de chinos sin asfaltar, me dejaba las rodillas de un chandal azul y amarillo. Esas mismas rodillas que mi madre zurzía y parcheaba con tanto amor y esmero tarde tras tarde, para que yo pudiese volver a ponermelo al día siguiente, mientras yo merendaba al amparo de un vaso caliente de leche de alguna vaquería cercana, un cachico de pan con mantequilla, y la grata compaña de los payasos de la tele. Eso sí,... si ya había hecho antes los deberes...

Y allí, en ese preciso y precioso patio que guarda tantos arañazos y tanta sangre de mi sangre, me cogió de sorpresa la llegada de una bella mujer, de pelo moreno, moño tallado, pálida y anacarada faz, y que con gesto doliente y marcado semblante de dolor - al menos eso me decían aquellas lágrimas impares que resbalaban por sus mejillas - se me clavó tan dentro de mi pecho, que a día de hoy, no he conseguido sacarla. Ni quiero. Simplemente, llegó. Y cuando comprendí, que era la Madre de aquel que años antes ya reinaba en aquel pequeño reino que para mi era mi colegio, y al que apenas podía tocar tras aquella reja negra forjada por hombres, supe que mi Gólgota particular, había llegado a mi vida. Y a mi barrio...

Y llegó, por que mi barrio estaba huérfano y carente de aquellas hileras de fantasmales figuras alargadas que iluminaban las noches, que así las ven los ojos de un niño, y que con sus pavilos encendidos y sus caras tapadas, rendían honor y pleitesía al Hijo de Dios y a su bendita Madre María Santísima, ya desde hacía muchos años en otras zonas de nuestra querida ciudad de Granada. Yo sabía de otros gólgotas, porque a mi abuelo Ricardo, "El Papi", bien que le gustaba visitar al Señor de los Favores todos los viernes, o algún domingo que otro, para dar una vueltecica muy granaina y comprar saladillas en ese bendito Campo del Príncipe, previo paso algunas veces por las monjas para visitar a la Misericordia infinita de una Virgen morena del alto Realejo. Y sabía de otros gólgotas, por que algo que no sabes que es, ni falta alguna que te hace, te pellizca el alma,... y a mi ese pellizco siempre me llevó a investigar y estar informado, de que era aquello que se cocía en la otra orilla del río, al llegar la primavera...

Y no lo dudé. Ni un instante. Ese sería mi gólgota particular. Ese era el momento. El momento de un barrio joven en el tiempo, pero sábio de gentes sábias que lo fueron poblando tras sus migraciones albaicineras y castizas desde otros barrios del centro de nuestra ciudad, y que creado con el sudor y las fatigas de hombres buenos y currantes, se abría paso dentro de un mundo hasta la fecha desconocido para sus anchas avenidas y su arquitectura modernista y desarbolada, que mezclaba casas de tres plantas con tejados, con aunténticos mastodontes de ladrillo, acero y cemento. Un barrio que crecía y había crecido, sin el candor de un ascua encendida al llegar Semana Santa. Y que ahora, fruto de aquel esplendor cofrade y costalero de los años ochenta, se veía inmerso de buenas a primeras en un mundo tan desconocido, como necesario. El de las Cofradías.

Y digo bien. Necesario. Necesario por que nuestras cofradías, desde aquellos años, han dado mucho al barrio. Han conseguido, que aquellas avenidas anchas, feas y desnudas de ese encanto cofrade, y de ese calor que abriga el pecho al pasar un paso de palio, se vean amparadas ahora por sus habitantes, al paso de los pasos. Esas cofradías y hermandades, que han permitido que muchos zaidineros y zaidineras hayan encontrado su gólgota particular. Esas cofradías, vecinas todas y hermanas de un mismo barrio, han conseguido con Trabajo y sacrificio bañado en Agua y Sangre de un bentido costado moreno, su particular Redención por aquella temeridad que cometieron sus vecinos. Fundar cofradías. Un Triunfo, si se sabe mirar y valorar ahora con el tiempo, en un barrio que estaba carente de ellas. Desprovisto de misterios...


Misterio que hoy acompaña todo un barrio al llegar un Lunes Santo para hacer de la Avenida de Dilar una callecita estrecha donde poder ver pasar cofradías. Dolor de Dolores que se ampara hoy en un palio rojo cardenalicio, y que se pasea un Martes Santo al compas de caderas de mujer, que son hijas y madres de las hijas de mi barrio. Un barrio que abre los cielos azules y consigue despejarlos, para que en tardes de Jueves Santo el sol pueda brillar también en otros lares de callejuelas adoquinadas y fachadas encaladas donde los halconeros siguen haciendo de las suyas. Y como no, un barrio que con el tiempo, se ha encargado de poner broche de plata y oro a nuestra semana santa, con un paso de palio que nos dice a todos los granadinos, que el Señor ha vencido a la muerte...

Y aun se preguntan algunos, ¿que será lo que tiene mi barrio?...

Pues tiene eso. Ni más ni menos. Tiene y contiene, los inumerables gólgotas particulares de cada uno de sus vecinos. Esos que sin esperanzas marianas ni risueñas, la mantienen viva por conservar hoy en día sus puestos de trabajo, para que el pan y el vino no deje de llegar a las mesas de los suyos. Esos gólgotas de aquellos que sin tener auroras ni estrellas, se marchan abandonando sus camas cada día al amanercer, aun recién puestas las calles con el fresquito de sus mañanas, para que su barrio siga vivo. Eso es lo que tiene mi barrio. Y bendito el día, en el que a unos cuantos locos tocados por la varita del Señor, se les ocurrió la genial idea de fundar y crear cofradías en él y para El. Para Dios y, para su barrio... y tiene, para terminar de decirles a ustedes que tiene mi barrio, mi gólgota particular. El mío...

Ese que yo me encontré en un lugar con grandes y amplias avenidas, al amparo de un colegio salesiano, situado en un barrio trabajador como es el barrio en el que yo me críe. Ese barrio en el que vive, muere y reina, el Señor que todo lo perdona y que es desde entonces, "el vecino de mi madre". El Santísimo Cristo de la Redención. Ese gólgota mío y particular, que siempre sueño y soñaré, caminando entre azules del cielo con crespones negros por la muerte del bendito, acompañado de imaginarios legionarios romanos que lloran la perdida de un hombre bueno, mientras el de Arimatea se acerca a la cruz, cargado con un sudario de lino recién comprado antes de que caiga el sol que da paso al Sabath...

Ese gólgota particular, muy mío y eterno, que me quema el pecho desde el primer día, donde detrás y como siempre, camina hacía Granada toda la Luz y toda la Caridad de un barrio de hombres buenos y mejores mujeres, que con mucho Trabajo y bastante sacrificio bañado año tras año en agua y sangre de aquella Lanzada que abriese el costado de un cristo moreno, marcha cada primavera formando regueros luminosos de fe, para cruzar el río y visitar Granada. Esa Granada cofrade, de la que siempre quisieron formar parte los vecinos de mi barrio, por mucho que los vientos soplasen siempre, o casi siempre en contra. Y lo hicieron, simplemente para poder llevar y repartir al resto de los cofrades de esta ciudad, lo más preciado que todo ser humano puede y quiere tener, poseer y mantener. Por encima de cualesquiera otras riquezas. Y eso, no es otra cosa, que la Salud...

La Salud... la de todo un barrio,... la suya,...  la de los suyos,... la vuestra,... la de todos los granadinos... aquella que repartimos a manos llenas, atravesando puentes y corazones. La Salud que me lleva quitando la vida, el mismo tiempo que me la lleva dando... la Salud de mi alma, y de mi corazón.

Ya saben. Todos tenemos nuestro Gólgota. Nuestro calvario particular. Y el mío ha sido y es mi barrio. Ha sido y es mi Cofradía Colegial y Salesiana. Y ha sido y seguirán siendo las hermandades nunca mejor dicho, hermanas de mi barrio. Un barrio sin más cuna que el estar bañado por dos ríos. Y un barrio sin más afán de protagonismo que el de sus vecinos, que no ha sido y que no es otro, que el querer evangelizar con sus cofradías cansadas de tan largos caminos.

Pero eso sí... llevamos nuestros cortejos a Granada ya desde hace tres décadas impares, tras muchas y largas horas de viaje, y es posible que lleguemos siempre algo cansados. Disculpen nuestro atrevimiento... disculpen nuestra tremenda osadía cofrade, por pretender hacer lo que otros hermanos nuestros llevaban haciendo ya muchos años, al otro lado de la orilla... disculpen la tardanza en llegar con nuestros regueros de fe hasta las mismas puertas de la Santa Iglesia Catedral... por que bien que han valido la pena estos treinta años de Semana Santa en el Zaidín. Por que los cofrades de esta ciudad, saben ya todos como llegamos a Granada... pero lo que pocos o muy pocos saben, y eso si que nadie nos podrá quitar ya, es la manera en la que volvemos...

Y es que regresamos siempre a nuestro barrio,... hinchados de Dios...

Porque todos los años volvemos así a nuestra casa. Hinchados de Dios, tanto, que se nos escapa por los poros de nuestra piel, el resto del año. Así volvemos los del Zaidín a nuestro Gólgota particular... ese que siempre será eterno, personal, único e intransferible... y lo que es más importante. Les estamos dejando un legado cofrade a las generaciones futuras, y eso si que es una gran labor. Para que llegado el día de mañana, nuestros hijos y nuestros nietos, si el Señor nos los da y nos permite ver sus caritas algún día, ellos si que puedan decir alto y claro, aquello de... "Yo soy de la Cofradía de mis padres, o de la de mis abuelos. Yo soy, de la cofradía del barrio que vió crecer a mi padre o a mi madre,... a mi abuelo, o a mi abuela. Yo soy,... de una cofradía del Zaidín"...

Francisco Abuín

PS: Yo me considero un afortunado, y por ello le doy gracias a Dios Nuestro Señor, todos los días. Por que he tenido la gran dicha, no ya de que mis hijos puedan y digan eso. Si no que he tenido el tremendo honor, de compartir ya chicotás bajo un palio azul de amor salesiano, que para mi y para él se quedaran guardadas ya para siempre en el arcón de nuestra memoria. Larga vida al Zaidín Cofrade. Larga vida a mi barrio. Larga vida, Señor, a mi Gólgota particular. Que así sea, Señor. Que así sea.

Pd: es un artículo impar... Tiene 3 páginas, como no,... y termina en la 30... las cosas del Señor...

Presentación Gólgota el pasado 11 de Febrero

Artículo Editado en la Edición de Cuaresma de Gólgota 2013 - Granada
Gracias a Luis Javier López, Director de dicha publicación, por su confianza y su ofrecimiento, para que este que os escribe por aquí de vez en cuando, haya podido participar en una revista que llevo y tengo, desde su primer ejemplar en 1989. Ya ha llovido, pero se hace bueno el dicho aquel de "nunca es tarde, si la dicha es buena"...

El palio más romántico de Granada - La Virgen de las Maravillas

El palio más romántico de Granada - La Virgen de las Maravillas
Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

El Misterio de los Misterios - La Santa Cena Sacramental

El Misterio de los Misterios - La Santa Cena Sacramental