Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

lunes, 2 de julio de 2012

No dejes para mañana...

Ayer, mientras todo el mundo ya celebraba en el descanso, una más que posible victoria de nuestra selección nacional de fútbol, me llego la triste noticia. Encarna Ximénez de Cisneros a través de su facebook, nos dejaba colgada la noticia, la cual me dejó helado el cuerpo, rota la imaginación, y sin capacidad de pensar por unos instantes que se me hicieron angustiosos y pesados. La tarde, que pintaba bien para nuestro deporte, y anticipaba toda una noche de festejos, se tornó gris, plomiza y con un regusto amargo. La compañía de mis hijos y de amigos, que disfrutábamos el partido en L´antigua, tampoco logró sacarme de ese estado en el que te quedas, cuando noticias como la de ayer, te parten el alma, y te dejan a las claras, que la frase hecha "no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy", cobra todo su sentido por cada una de sus letras, de sus sílabas y de sus palabras... "No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy"...


La noticia, la mala, muy mala noticia, no era otra que el fallecimiento de Don Enrique Seijas Muñoz (ya lo se, Enrique, que no te gustaba lo del Don, pero para mi siempre fue algo que iba pegado a tu nombre). No me lo podía creer. En mitad de una calle Puentezuelas vacía e inerte, ya que todo el mundo disfrutaba de la final España-Italia (por cierto, Enrique, Ganamos!!!), mi cabeza perdió el sentido por momentos: - No puede ser!!!... no puede ser!!!... me repetía una y otra vez a mi mismo. No puede ser, Enrique, coño, me cago en tó... que habíamos quedado la semana que viene en vernos, cuando volvieses de Cádiz. Estas cosas no se hacen...

Resulta, que yo conozco personalmente y gracias a Dios, que siempre pone personas en mi camino dignas de conocer y tratar, a Enrique Seijas. Y lo conocía prácticamente desde que pregonara a mi hermandad salesiana en la década de los ochenta. Muchos pregones en aquella voraz década y la siguiente. Las cofradías nos llevaron a encontrarnos más de una vez y de mil. Actos de la más puras y rancias tradiciones granadinas, nos hicieron coincidir en más de una ocasión. Siempre el trato fue amable, sencillo, afectuoso y cariñoso. Quizás, porque mi aniñada estampa de "ese cofrade y menudo costalero de salesianos que era apenas un chaval", era la que siempre acompañaba a Don Enrique cada vez que nos veíamos... (sigo diciéndote que mientras escribo estas lineas y mis ojos se llenan de lágrimas, Enrique, me has hecho una putada, y de las gordas)...

Para más inri y sobre todo, para satisfacción mía y personal, tuve el inmenso honor y placer de trabajar con él en el Diario Ideal de Granada. Yo en Reproducción, Cierre o Rotativa. El en su Redacción, corrigiendo textos hasta las tantas y tomándonos todas las noches algo en la cafetería del periódico. Aun recuerdo con una amplia sonrisa, y así quedará para siempre, la noche que estando de Jefe en la Redacción, al cierre de una de las ediciones semanales del diario, se me acercó... "Francisco, toma. Ya tenía ganas de dártelo"... y me regaló, como ya había hecho otras veces con cosas suyas, su libro de extractos de Pregones y Poesías "Andalucía de Pasión"... regalo que guardo con inmenso cariño y que mimo con auténtica pasión, ya que las muchas conversaciones en aquella redacción, me dejaron desenmarañar y conocer, a una persona totalmente distinta a la que muchos de ustedes pudiesen haber conocido en algunas otras facetas... yo me quedaré siempre con ese Enrique culto, educado, bonachón, conversador y terriblemente humano... con una humanidad excelsa y con una fe y un arrojo en sus creencias y en sus virtudes, a prueba de bombas...

De puras raíces granainas aun nacido en Huelva, era un excelente comunicador, pero mucho más allá, destacaba su tremenda humanidad, al margen de una profesionalidad incuestionable, en la que no voy a entrar, pues de todos ya es sabido. Y si no, busquen... busquen. Sepan, a través de la búsqueda y la persecución del conocimiento, quien fue Don Enrique Seijas Muñoz. Yo no he abierto esta entrada para daros un curriculum de Enrique...

Yo, esta entrada, se la dedico a él, por que tras casi tres décadas en el Diario Ideal, lo recuerdo con cariño entre muchas tardes tediosas y algunas noches asfixiantes, en lo periodístico y en lo personal. Recuerdo, aquellos días terribles para toda la humanidad, en los cuales se desenvolvieron los macabros acontecimientos del 11 de septiembre niuyorkino. Nos pasábamos horas, echando vistazos a las fotos que nos iban llegando de las diversas agencias fotográficas, y contemplábamos con verdadero estupor y asombro, aquello que estaba ocurriendo a miles de kilómetros, pero bien parecía sacado de una película de ciencia ficción... y lo vi, temblar la barbilla y esbozar una lágrima, por que su humanidad iba mucho más allá de la noticia...


Aquella tarde, recuerdo que entraba a las siete. Una jornada de siete a tres de la mañana, de las que yo disfrutaba mucho. La maquinaria de la redacción estaba en pleno ajetreo, y más en un día como ese. Yo sabiendo ya desde las tres todo lo que ya iba pasando al otro lado del charco (aquel famoso telediario de Antena3 presentado por Matías Prats, no se nos olvidará nunca a los que pudimos verlos en directo) no dudé en irme un rato antes de mi jornada. Sabía que la redacción estaría de bote en bote, y así fue. Marché de casa no serían más de las cuatro y media. Y allí estaba. Pegada la mirada, tras aquellas gafas ampulosas y cuadradas, en la pantalla de una sala que echaba humo. Vimos las caídas de las torres en aquellos televisores que había por todas partes. Pasé la tarde-noche, con Esteban de las Heras y contigo, mirando la tele, comprobando en internet, buscando y localizando teletipos, noticias y fotos. El trabajo de aquella tarde, fue largo. Yo salí muy tarde. En Reproducción se comenzó la elaboración de planchas y clichés (fotolitos) a altas horas de la madrugada, lo cual nos llevó a que la edición saliese a la calle tarde, muy tarde... y así esa noche del 11 al 12 de septiembre, y las consiguientes. Pero como añoro y recuerdo aquellas charlas, aquellos saludos... aquel asomarte a la puerta y desearnos a todos las buenas noches, cuando ya era prácticamente de día, mientras recogías un periódico que yo traía de la rotativa, recién impreso, húmedo y calentito... como el pan recién hecho, el cual te llevabas bajo el brazo...

Y aunque tras causar yo baja en el Ideal, y seguirnos viendo a menudo, la relación, cosa normal, se vino difuminando con el tiempo. Oblgaciones familiares y paternales, las tuyas y las mías. Otras dedicaciones laborales por mi parte, etc, etc. Pero de un tiempo a esta parte, habíamos retomado las conversaciones y el trato de siempre. De quien no se olvida, por muchos días que pasen sin ser visto, oído, sentido u abrazado. Y que casualidad que dos medios internautas tuviesen bastante culpa de esto. Facebook y Twitter... a través de estas aplicaciones, nos contábamos las cosas que no podíamos hacer en vivo y en directo.. y mira tu que mala pata, que la semana pasada, comentando una foto que Encarna Ximénez de Cisneros subió a su muro de facebook, mientras posabas sonriente con Pepe Cantero y Rakel Romero, empezamos como otros muchos días, a chatear por el privado... y que putada Enrique, y bien lo sabe Dios...

Quedamos... Toma mi teléfono,... y yo tomé el tuyo. Había perdido tu número en dos mil ocho, cuando me robaron el mismo día de San Francisco de Asís mi recién estrenada blackberry. Perdí teléfonos, agendas, correos, etc, etc. Y entre ellos, el tuyo. Y aunque nos vimos varias veces más, desde aquellas fechas, o no salió el tema, o no se el porqué, el destino nos tenía marcada y fechada esta macabra jugarreta. A tí, la de acabar con tu vida. Y a mi, la de dejarme con la miel en los labios tras quedar contigo el pasado jueves. Ese día nos dimos los teléfonos, y me comentaste que tras una visita a Cádiz, la semana que viene nos veríamos. Y todo, porque yo te hice un comentario, al que tu como siempre supiste salir al quite. Como siempre...


Comentario jocoso, y muy de tu estilo... "... Francisco, en cuanto a vernos, vamos a quedar, y te llevo "El Fuego de Al-Andalus..."... y yo, gilipollas de mi, le dije por privado "Enrique, mejor la semana que viene, que habré cobrado, y nos tomamos algo, aunque sea una casata en los italianos"... y el rápidamente y al quite me contestó: "Amigo, a estas fechas de mes (28 de junio), aun puedo pagar yo todavía"... malafollá genuina y albaicinera, de un oriundo onubense, que se bebió Granada hasta empacharse con ella... y comentario, de quien es tu amigo y quiere verte como sea y cuando sea. Sin preocupaciones. Ya pagarás tú, me vino a decir... maldito dinero y maldita la hora en la que no cogí y te dije: "esta tarde sin falta, faltaría más, Enrique... "... pero la conversación quedó en eso... la semana que viene hablamos y quedamos... que me voy a Cádiz, dijiste. Échame el teléfono, y quedamos para el martes...


Y he ahí, que ya no podrá ser, me cago en tó... que te me has ido mientras España ganaba su segunda Eurocopa, vengando aquel codazo a Luis Enrique en el Mundial del 94. Que le hemos ganado a toda una Italia, que venciese a los Alemanes en la semifinal. Que hemos estado intercambiando opiniones por Facebook y Twitter estos días, acerca de los partidos, de los cambios de Del Bosque, del porqué no jugaba Llorente, jajaja... y mientras Puentezuelas estaba desierta, y la luna redonda y blanca sobre el cielo de tu Granada, yo recibí la noticia de manos de Encarna... mala noticia. Se acabó el fútbol, la final y al carajo España, Enrique...

Que te me has ido, joder, ¿¿¿porqué no quise quedar contigo aquella tarde de jueves???,... ¿¿¿por no tener un duro, cojones???... habrá cosa más malafollá que esta... ¿¿¿Enrique???... me cago en tó. Esto no se hace. Cuan cruel es la vida, que nos atiza sin avisar, cuando menos te lo esperas... Eso sí, en el fondo el que marcha eres tú, y yo mientras seguiré por aquí. Recordándote. Tu ya no estarás tuiteando o comentando algo por Facebook... pero siempre estarás en mi corazón, y creo, que en el de todas las personas que hemos tenido el privilegio y la inmensa suerte de conocerte. Para valorarte profesionalmente, ya están los entendidos del gremio. Para valorarte como padre, ya está tu familia. Y como hijo, están aquellos con los que ya estás reunido... pero yo me quedo con la persona. Me quedo con ese Enrique, que me sorprendió siempre con cariñoso abrazo, mano siempre tendida, y tremenda media sonrisa socarrona y de soslayo, de esas que pocos, muy pocos podemos y sabemos entender...

Y lo siento. Lo siento profundamente... por que ese abrazo ya no te lo podré dar, así como tu tampoco podrás entregarme tu libro. Lo siento, porque ya no volveremos a tener jamás esa conversación, que ya quedará pendiente, hasta que nos volvamos a reunir allí donde sea... Y se que allá donde estés, estarás esperando para decirme,... "Lo ves, Francisco, carajo... si te lo dije. Vamos a vernos el jueves... ya no por darte el libro, sino por saber de ti y abrazarte"...

Pues descansa en paz, AMIGO... y como de ser bien nacidos, es ser agradecidos...

Gracias, Enrique... siempre Gracias, de corazón... y "...hasta la próxima, por que seguro que habrá una próxima vez que nos veamos..."... y descuida, que con tu muerte me acabas de dejar palpable y aun erizando mi piel, toda una lección para la vida... "No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy"...

Así será, Enrique,... Enrique. Sin Don por delante, pues como hablamos en alguna ocasión, el Don es algo que Dios da a algunas personas, mientras el resto se lo ponen a si mismos, delante de su propio nombre...

Descansa en la Paz del Señor... "Don" Enrique,... Seijas,... Muñoz....


"NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS,... 

...SED NOMINI TUO DA GLORIAM"...

"NO PARA NOSOTROS SEÑOR, NO PARA NOSOTROS,... 
...SINO PARA LA GLORIA DE TU NOMBRE"

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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