Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La Passión...

Por favor, antes que nada y si no les es mucha molestia, en el lado derecho del blog y de sus pantallas encontraran un pequeño reproductor. Pulsen el pause, antes de leer estar entrada. Al final de la misma sabrán el porqué. Gracias...

"La Passión". Muchos al leer simplemente el título de esta entrada, ya se estarán imaginando el nombre de una hermandad. El denominativo u apelativo cariñoso que los cofrades le damos a una cofradía a la que pasear llegada la fecha. Una advocación o pasaje evangélico en su totalidad, con el que nombrar a un Dios Soberano que se paseé bajo el peso de una cruz atiborrada de pos-it donde con letra negra escrita con saña y sobre fondo amarillo, le vamos dejando recados cada día de los que pasamos en esta vida terrenal, de la que algunos dicen salir indemnes, para hacer encima más pesada su carga. 

Otros, seguro que estarán pensando en la sombra que al atardecer nos transporte a la Judea ancestral por donde caminara descalzo un rabí nazareno, que se auto-proclamó Rey de los Cielos, y pido disculpas por mi lenguaje soez y granadino. Lo hizo con dos cojones. No fue nada fácil llegar y decir Yo Soy, el Hijo del Padre. El Hijo del hombre. El Padre de todos los nacidos y de los que estaban aun por nacer. Y sentado a la derecha lo verán al llegar al final de nuestros días. Señor y dador de vida. Luz de luz, "áhyh ashr áhyh", Cordero de Jerusalém, León de Judea y de algún barrio que yo ya me conozco como si fuese de allí. Algunos ya habrán pensado seguramente, que tras estas lineas se esconda ese bonachón albaicinero de ojos azules que cada Jueves Santo nos deja estampas imborrables e inmejorables al bajar a saludar a los granadinos.

Pero no, no hablo de "esa Pasión". Lo siento. No os hablo esta noche de la que soportó estoicamente el Nazareno. La que nos acuña imágenes que se plasman en nuestras retinas con tan solo cerrar los ojos un segundo más, a cualquier hora del día. A cualquier hora del día, de la tarde y como no de la noche, esa que sin sueño es mala por si sola. No os hablo de "esa Pasión" por la que tuvo que pasar Jesús de Nazaret. Ni siquiera os hablo de esos siete días primaverales, que con tremenda "pasión" son vividos en tan distintos y tan distantes puntos de nuestro planeta, por tantos de nosotros. No. Os hablo de "La Passión", con dos eses...

Sí. Fíjense si no lo hicieron ya, en el título de esta entrada una vez más. Algunos ya seguramente nada más que ver escrita así esta palabra, les evocará tardes de Lunes Santo, en las que se pasea El Mismo Dios de manos atados y pie izquierdo adelantado. Pudiese ser, pero no se trata de El en esta ocasión, o sí??... Lean una vez más el título que da lugar a esta entrada. La Passión. Con dos pequeños sólidos, suaves y siseantes seseos. Con los de el alma y con los de el corazón. La Passión de los sentidos. De los que damos, tenemos, repartimos y con los que vivimos las cosas. Cualquiera de esas dos eses, son tan válidas y tan necesarias. Todas las cosas que hacemos, las debemos realizar con "passión", porque si no le ponemos "esa passión" a lo que hagamos, ¿¿que sentido tendrá entonces el hecho de hacer??... ya se lo digo yo... Ninguno...

Esa forma de sentir y de querer, de proteger nuestras creencias, nuestras ideas, nuestras costumbres, nuestras formas, nuestros sentimientos, nuestras conciencias, nuestras miserias al sentirnos despojados de las mismas..."¿porqué no decirlo?"... A eso también se le llama "Passión". Ese sentimiento tan fuerte capaz de hacerte poner los pies en el suelo y anclarlos, cuando todo a tu alrededor parece estar flotando y tú quieres y deseas también el dejarte llevar. Ese amor por las cosas, por estúpidas o pequeñas que parezcan. Esa afinidad por lo que hacemos muchas veces las cosas sin darnos a penas cuenta. Ese afecto que te dan los años con uno mismo, al saber que lo que haces se hace por que algo que es más fuerte en tu interior que en tu exterior. Que te marca las directrices oportunas para indicarte diariamente el camino correcto. El lugar elegido por uno mismo, para uno mismo querer ser y estar. La lucecita en verde que da lugar a que las cosas ocurran. El motivo que te lleva siempre un paso más allá... pero con "passión"...

Eso también es "passión" pero con dos eses. A esa "passión" me refiero. A la que pone cada uno en todo lo que hace a diario. Y si no es así, es mejor que se vaya y lo deje. Pero tal y como está. Y da igual donde. Ya sea un trabajo o los estudios, cualquier tarea que se tercie. Si no hay "passión" no hay nada. Porque no hay sentimiento ni querencia. No hay mística ni esperanza. No hay sueños ni motivación. Ni motivo ni razón. Ni lógica ni desvarío. Ni amor ni lo contrario. Ni siquiera nos quedará el rechazo. Sin "passión" la vida es un constante darnos igual las cosas. Y así no se puede vivir, porque sin ella no somos nada ni nadie. Ni siquiera Él lo hubiese sido, sino es por ella. Por "La Passión". La de lo más íntimo. La de la lectura o la de la escritura. Del aprender. La "passión" con la que se escucha y se atiende. Y también, porque no, con la que se enseña. Esa "passión" por la naturaleza. Por los animales. Por las plantas. Por los seres vivos en general. Passión por lo que se vive y nos acompaña durante lo vivido. Passión por la historia, por el cine o el teatro. Por la misma vida en si misma. Passión, con dos eses... las nuestras. La misma que le pido a las persona que conmigo la quieran vivir. Las cosas, sean las que fuesen y sean las que vendrán, que serán degustadas intensamente y que fueron estrujadas in-situ y en su momento con "passión", y que por eso quedaron marcadas y clasificadas en esta mente que inexorable y cerrada, cuando se abre de par en par, nos da a veces las mejores lecciones al recordar el porqué hicimos las cosas... y que no las recordaríamos quizás, si no las hubiésemos vivido con "passión". Porque lo que no se vive y se lleva hasta los extremos del amor y del dolor, no cala, no deja huella y no nos sirve de nada. Son hojas en blanco y ramas secas,de las que nadie se acordará, a no ser que alguien las utilice como alimento de una fogata inexistente que nos condena a un vano recuerdo por parte de los demás... porqué si vives sin "passión", no dejarás huella en los demás. Garantizado. Cien por cien...

¿¿¿Y que sería de esa "passión" sin la música???. El arte coherente de combinar y organizar sensible y lógicamente sonidos y silencios, de tal manera que nos hagan estremecer los dos seseos ya nombrados antes. El seseo del alma y el seseo del corazón. Las dos eses con las que dar título a esta entrada. Utilizando para ello la "passión" de quien compone y nos pinta en negro sobre blanco, pentagramas bajo los conocimientos adquiridos sobre la melodía, la armonización y el ritmo. Y la passión con la que se interpreta, ejecuta y se sienten las mismas obras que por algo y con "passión" fueron ya compuestas. Sin música no tendríamos "passión". No sabríamos de su significado. Lo tengo muy claro. Es más, siempre lo he tenido, y puedo certificar todo lo expuesto en esta entrada, porque así lo he vivido. Me he emocionado, he cerrado los ojos y me he dejado llevar por las tesituras de una armonía. Por la armonización de las voces que en sus cuerdas van dando vida a lo que en la cabeza del autor se plasmó por obra y gracia de quien inventó todo esto, salido de la naturaleza misma, porque de la misma naturaleza proviene su fuerza y su extremada divinidad. Se me pusieron los vellos de punta por las ondulaciones emitidas por unos instrumentos de metal. Se me encogieron los pulmones simplemente por los bordones de unos tambores destemplados. Y por las vibraciones que retumban pecho y oídos, llegué a contactar con El Mismo Dios tantas veces, que ya ni me acuerdo... 

Y al escuchar música escrita y compuesta con la "passión", los abren de par en par. Pecho y Oídos. Directa la música al Alma y al Corazón... y te los revientan a la vez que los ensanchan, dejando escapar por unos instantes, tanta maldad como atesora nuestra infame presencia humana. Vil y mezquina que desparece en cada compás. Te embriaga. en cada nota. Te sostiene en cada blanca. Te alienta en cada negra. Te embauca y te lastima a partes iguales al cambiar una armadura. Te destroza y te recompone, con la velocidad que marca un ritmo acompasado y febril, salido con el marchamo del que lo fabricase en las fraguas de vulcano para a fuego vivo quemar nuestra piel y abrasar nuestras conciencias. Y que nos remonta a quimeras ya bastante olvidadas por el rápido y fugaz paso de las horas que ya pasamos y que por eso se les llama precisamente "pasado"... ¡¡¡que rápido vivimos sin pararnos un segundo a pensar cuanto desperdiciamos y cuanto dejamos escapar por vivir sin "passión"!!!...

Las que más, la mayoría de las veces, los lagrimares no soportan y estallan en miles de pequeñas y para algunos insignificantes gotas de aguas marinas, a las que no se le dan el verdadero valor que tienen y que se desbordan desde un interior reservado para "esas passiones"... las de la vida. (cuantas veces escuchamos eso de "a saber porque llora ahora este o aquel"). Lágrimas de Almas y Corazones que se alcanzan solo cuando se sabe que provienen de la "passión" de vivir la vida tal y como te venga... sin más...

Y si a esta "passión" de la que os hablo, le sumas "La Pasión", en la que ya ustedes empezaron a pensar al principio de esta entrada, y que yo les dejo y les invito ahora llegar a ella, cerrando los ojos y accediendo con la imaginación y con la libertad que ustedes mismos espero se hayan ganado con sus otras "passiones", entonces si habré conseguido que después de leer estas pobres palabras escritas con toda la "passión" que yo pueda trasnmitirles, ojalá se emocionen tanto como yo al escuchar una obra de música sacra que sin ser cornetas y tambores, ni agrupación musical o banda de música, contempla ambas dos... La Pasión y "la passión"... 

Y esperando que todos ustedes les pongan "passión" a todo lo que hagan o estén a punto de emprender en sus vidas me despido de ustedes hasta la próxima entrada que se deje asomar por este faldón para ver la luz que nos espera a todos ahí fuera... háganme caso. Sin "passión" no somos nadie ni nada. Y por eso, como Juan Sebastian Bach lo sabía, no le quedó más remedio que titular esta composición bajo el título de "La Pasión"... que lástima, que no le hubiesen puesto al título,  las dos eses... las de "La Passión"... y permitanme que termine esta entrada con una genial frase de tan solo dos palabras de mi querido Miguel Ángel Alcalá Salmerón... si ustedes no saben lo que es "la passión"... son solo unos "So Tristessssss"...

2 comentarios:

  1. Buenisima entrada. Sin "passión", como sin amor, no somos nada.

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  2. Buenísima entrada: Sin Passión como sin amor... no somos nada.

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