A veces, las cosas uno no las sabe decir, o expresar... es por eso, y con el permiso de Alvaro Luis Barea Piñar, el cual regenta como nadie El Convento del Monaguillo, que os traigo integra esta entrada que tuve el inmenso gusto, placer y Honor de leer esta misma mañana...
Gracias de antemano Alvaro... eres muy grande, tío... muy grande...
A por una estrella...
Hoy es la cita. Ya somos uno de los cuatro mejores equipos del mundo, pero el resultado final del Mundial de Sudáfrica puede ser aún más generoso con España. Hoy es el día. Hoy volverá a paralizarse un país azotado por el paro, por la corrupción política, por las amenazas de ERE, por las huelgas y las manifestaciones y por el sol... un sol que no perdona y que dicta su sentencia día tras día.
Hoy volverán a quedarse desiertas las calles cuando se vaya acercando la hora en la que ese Himno que no tiene letra (gracias a Dios no prosperaron los intentos frikis de ponérsela) hará que nos abracemos de nuevo con el amigo que comparte alegrías y desgracias con nosotros, para tatarear juntos una melodía que nos recuerda lo mucho que amamos nuestra tierra, por encima de regionalismos e independentismos.
Hoy dará igual que la mayoría de los jugadores de las Selección sean del Barcelona... porque hoy serán de todo el mundo: desde Huelva a Oviedo, desde Alicante a Salamanca. Cuando se visten de España (por mucho que les duela a tres o cuatro gilones) son de todos nosotros.
La fiebre rojigualda que ha invadido las calles coronando balcones, terrazas, ventanas, antenas de taxis, kioskos de prensa y bares volverá a contener la respiración cada vez que a Villa le llegue un balón medio en condiciones para rematarlo, o cada vez que Casillas tenga que salir a jugarla con los pies evitando el peligro.
Se que es fútbol: simplemente fútbol. Pero tal y como está el país, el fútbol es el pan de los pobres, y el mundial es lo mejor que podía pasarnos a todos para evadirnos de tanto impuesto trimestral de sociedades, de tanto IVA aumentado, de tantas Rebajas que no funcionan y de tanto pago a proveedores. Lo único que nos faltaba para aumentar el castigo era el calor... y ya lo tenemos encima.
Hoy la Selección estará apoyada por un país de cuarenta y tantos millones de almas que tendrán“España” en los labios, más allá de ideologías, más allá de diferencias sociales, más allá de tristezas y penurias personales. Hoy volveremos a sentirnos orgullosos de vestir de rojo, y la furia de los de Vicente del Bosque tendrá que hacer justicia por todas esas selecciones de jugadores míticos que nunca se vieron en la Final de un Mundial; tendrá que hacer justicia por tanta eliminación humillante a las primeras de cambio a lo largo de la historia; tendrá que hacer justicia por esos patéticos arbitrajes (el último el que tuvimos frente a Paraguay) que hemos sufrido en cada cita mundialista.
Hoy volveremos a ser grito y nervio, pasión y fuerza, angustia y tensión... y sobre todo, volveremos a ser todos uno. Parece mentira que un balón consiga lo que ni mil mesas de negociación pueden lograr.
Ya es nuestra hora. Merecemos una estrella sobre el escudo de nuestra camiseta. A ver si San Fermín nos echa su capote. Es ahora o nunca. ¡¡¡¡Vamos España!!!!
Hoy volverán a quedarse desiertas las calles cuando se vaya acercando la hora en la que ese Himno que no tiene letra (gracias a Dios no prosperaron los intentos frikis de ponérsela) hará que nos abracemos de nuevo con el amigo que comparte alegrías y desgracias con nosotros, para tatarear juntos una melodía que nos recuerda lo mucho que amamos nuestra tierra, por encima de regionalismos e independentismos.
Hoy dará igual que la mayoría de los jugadores de las Selección sean del Barcelona... porque hoy serán de todo el mundo: desde Huelva a Oviedo, desde Alicante a Salamanca. Cuando se visten de España (por mucho que les duela a tres o cuatro gilones) son de todos nosotros.
La fiebre rojigualda que ha invadido las calles coronando balcones, terrazas, ventanas, antenas de taxis, kioskos de prensa y bares volverá a contener la respiración cada vez que a Villa le llegue un balón medio en condiciones para rematarlo, o cada vez que Casillas tenga que salir a jugarla con los pies evitando el peligro.
Se que es fútbol: simplemente fútbol. Pero tal y como está el país, el fútbol es el pan de los pobres, y el mundial es lo mejor que podía pasarnos a todos para evadirnos de tanto impuesto trimestral de sociedades, de tanto IVA aumentado, de tantas Rebajas que no funcionan y de tanto pago a proveedores. Lo único que nos faltaba para aumentar el castigo era el calor... y ya lo tenemos encima.
Hoy la Selección estará apoyada por un país de cuarenta y tantos millones de almas que tendrán“España” en los labios, más allá de ideologías, más allá de diferencias sociales, más allá de tristezas y penurias personales. Hoy volveremos a sentirnos orgullosos de vestir de rojo, y la furia de los de Vicente del Bosque tendrá que hacer justicia por todas esas selecciones de jugadores míticos que nunca se vieron en la Final de un Mundial; tendrá que hacer justicia por tanta eliminación humillante a las primeras de cambio a lo largo de la historia; tendrá que hacer justicia por esos patéticos arbitrajes (el último el que tuvimos frente a Paraguay) que hemos sufrido en cada cita mundialista.
Hoy volveremos a ser grito y nervio, pasión y fuerza, angustia y tensión... y sobre todo, volveremos a ser todos uno. Parece mentira que un balón consiga lo que ni mil mesas de negociación pueden lograr.
Ya es nuestra hora. Merecemos una estrella sobre el escudo de nuestra camiseta. A ver si San Fermín nos echa su capote. Es ahora o nunca. ¡¡¡¡Vamos España!!!!
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