Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

viernes, 30 de marzo de 2012

Y me siguen llevando a Ti...

Hace prácticamente un año escribía una entrada en este blog. Hoy, sigo fiel a lo que escribí en su momento. Y por mucho que cambien la dirección de donde provienen las esquirlas que se clavan en mi alma día tras día, nada ni nadie me hará cambiar. Porque hay calles que siempre me llevan a Ti. Y aunque siguen siendo extrañas las maneras en las que lo hacen, y a pesar de los latigazos que recorren de punta a cabo mi cuerpo y mi alma con cada palpitar de mi corazón, a mi me saben más a victoria que a derrota. Aun sigo en pie. Aquí estoy, Señor. Aun tengo constancia de todas las veces que me he caído. Pero siempre fui de los que pensó "que a un tumbao, ya no hay quien lo tumbe"... y por eso, me levanto, planto rodilla en tierra, y apoyo mi mano sobre ella para ayudarme a mi mismo a levantar el peso de lo que quede aun de mi... porque siempre fue así...


Y sí, Señor. Tus calles aun siendo extrañas, siempre me dejaron la bendita sensación de estar como en casa. Se de donde vengo, mejor que nadie. Y se donde quiero ir, o al menos eso intento. Con mis miedos, mis dudas, mis angustias y mis dolores (a las que felicito en el día de hoy, a aquellas que en esta fecha celebren su onomástica), con mi ira humana y mi desazón marchita. Con la poquita ilusión que te dejan, o con la mucha con la que yo vivo las cosas.

Que seguiré pensando firmemente, que mi cielo azul del mediodía, también se convierte muchas veces de buenas a primeras en noche cerrada, oscura, fría e inerte. Muda, como tus calles al llegar la madrugá. Esas mismas calles mudas, a las que solo unos pocos le damos vida un puñado de lunes al año, bajo una parihuela también fría, inerte y de negro metal azabache. Y así son tus calles, esas que te dejan casi todos los días la misma sensación. Calles distintas siendo las mismas. Calles extrañas, siendo familiares. Calles de amores y de odios, tan parejos como verdaderos. Calles altaneras y orgullosas del pasado que las pisó, del presente de quienes las pisamos, y esperanzadas con el futuro que las pisará hasta reventar tus calles y las aceras... pisa fuerte la calle, siempre... y no dejes nunca de hacerlo, vida mía, y mi vida contigo así las pisará...

No cambiaré. Total... ¿para qué?... Si acaso, seré mejor. Incompleto en muchas cosas, pero rebosante de tantas otras. Y aunque al pisar cualquiera de las calles que siempre me lleven a Ti, a mis oídos vuelva ese ruin zumbido de quienes no hacen otra cosa que hacerme más fuerte, yo seguiré sonriendo. Siempre. Caminaré por tus calles al son de mi mejor sonrisa. Por que no cambio ni uno solo de los instantes y momentos en que dejé que todo esto fuese así... y en los que me dejé llevar por tus calles, las cuales siempre me terminaron llevando a Ti... siempre...



Y esta tarde-noche. No será distinta de otros Viernes de Dolores. Al final de mi jornada, Tu seguirás estando donde siempre estás. Y yo estaré, donde por lo visto ahora tengo que estar, o me toca. A verte iré, y con buena compaña. Este año, por primera vez mi hijo pequeño, Jesús, (que bonito nombre para un niño de pelo largo), será el que acompañe en esta ocasión a este pobre diablo, al que esta noche le faltará la compañía y sonrisa de la persona más grande de alma y corazón que conozco. Mi otro hijo, Francisco. El ha decidido no venir con su padre un Viernes de Dolores más, como llevaba ya haciendo algunos años. Y así será. Aun con dolor, no me queda otra que respetar su decisión y acatarla, por que es lo que único que me queda. Y aunque no la comparta, no puedo más que intentar asimilar y ponerme en el lugar de quien tanto dolor y tanto daño debió de sentir en su joven y alocado corazón, que empezaba pronto a descubrir, y de que maneras, lo que es sentirse "Rescatado"... y de un plumazo, perdió la sensación, perdió el norte, el rumbo, el punto de apoyo, y se derrumbó. Desde entonces, bien sabes Tu, que no es el mismo. Que a su corazón dolido y dañado, esa puñalada le hirió profundamente. Aun así, te pido Señor, que lo comprendas... es joven... y lo comprendo perfectamente, pues a mi también me pasó en su momento... y aun hoy, a pesar de la experiencia y los años, me sigue pasando... será porque siempre fui de vivir las cosas con "passion"... y a pesar de los pesares, me da mi que así seguiré siendo...



No lo sé, Señor de la Divina templanza. No lo sé. Pero esta tarde, cuando te vea aparecer entre nubes de incienso y me falte mi hijo a mi vera, sabré entonces que es lo que se siente. Así que dame fuerzas para soportarlo. Y dame paciencia para sobrellevar un lunes al año sin Ti, y sin él. Solo la tremenda sonrisa contagiosa de mi pequeño Jesús, será la que me saque esta tarde-noche de tanta calamidad y abismo, e intente hacerme olvidar la falta de quien faltará este año a la cita, por propia y convencida decisión. Solo él, mi pequeñajo de amplias sonrisas en las comisuras de sus labios, será el punto de apoyo donde sustentarme al verte pasar. Humillado, herido, absorto en tu destino final, que tu ya sabes, sabías y sabrás. Tu mirada serena y plagada de humildad y sabiduría eterna y ancestral, hará el resto. Ahora mismo, no te puedo decir, que sentiré, que pasará, que será de mi... no lo sé, Dulce Jesús del Rescate. Por eso y como dice el soniquete grabado a fuego en mi alma "yo te pido por tu Amor, que ése Amor tuyo me mate, antes de serte traidor. Que si en mí traición cupiera, par quien murió por mí, mil veces más me valiera morir donde y como quiera, que separarme de Ti... ¿Vivir si ti?... que locura..."


... y por todo esto, y porque sé, que al final todas las calle me siguen llevando a Ti,  solo te pido, y así lo haré cuando de nuevo te vea esta tarde, que no te apartes de mi Francisco, ni lo dejes apartarse de Ti. Que no dejes que te olvide, por cosas que no son de él. Que no lo abandones, Señor. Por que sé, cuanto te quiere, y los porqués de sus decisiones tal vez no pensadas con la suficiente claridad que da la templanza y la frialdad con la que deben de verse algunas cosas con el paso de los días, las semanas, los meses y los años. Ese ímpetu y fuerza en su Amor por Ti, y esa juventud, lo ciegan y no le dejan ver más allá del dolor y de Tu falta... y aunque no puedo hacer otra cosa que estar a su lado e intentar que todo esto pase, y cuanto antes mejor, yo te pido, Señor, que no se lo tengas en cuenta. Que es dolor lo que siente y no temor. Que es el desánimo lo que en él manda, y no traición. Que es nublada la vista y anda ciego el corazón. Que por todo eso, lo perdones, Señor... 

Por que si él no va, ni me acompaña a verte esta noche, mucho más lo siento yo... mucho más, lo siento yo...

1 comentario:

  1. Tenerlo de vecino durante 6 años fue de las mejores cosas que me traje de Granada, un XTO como es "debío"

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