Entre dos ramas de olivo, la Cruz... y sobre la misma una corona de espinas. Negro luto, luto riguroso de Viernes Santo, entremezclado con el morado nazareno de antifaces y fajines... Jesús aun vivo, agoniza colgado del patibulum mientras apoya con pocas fuerzas ya sus extremidades inferiores sobre el stipes tratando de incorporar el cuerpo herido y masacrado, para coger un poco de aire... ¡¡ Tengo sed !!...
Los aromas de mitad del siglo pasado se entremezclan con el salitre y el sudor de los hombres que formaran la Orden Mercedaria, los cuales levantaran el templo del que solo se conservan en la actualidad la torre y la portada de la Iglesia. Viernes Santo... Iglesia de la Merced...
Sale a la calle la hermandad, y el Señor se nos presenta crucificado pero vivo aun... obra de José Ovando Merino y realizada en 1986... ¡¡ Tengo sed !!, implora el Reo de muerte... de Reo a Rey... Del Hijo del hombre a Cádiz...
La tarde cae silenciosa y el atardecer deja paso a la noche, noche templada del viernes santo gaditano. Jesús aparece por la plaza de las Canastas para enfilar Jesús de la Sentencia hacía San Francisco... no son ni las nueve de la noche... y Cádiz ve como el Señor se desvanece en su misterio de las Siete Palabras... ¡¡ Tengo sed !!... pronuncia la Quinta de ellas... y otra vez más... ¡¡ Tengo sed !!... ¡¡ Cádiz... tengo sed !!...
Pero la Sed del Señor es la espiritual, y va más allá de la fisiológica que sufren todos los crucificados... su sed es la de consumar el mas bello y puro acto de amor hacía sus semejantes. Se acuerda entonces todo Cádiz del pasaje de Jesús en el pozo de la Samaritana...
Viernes Santo en Cádiz... Las Siete Palabras llegan a la Plaza de Pio XII y se prepara para realizar su estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral... y toda Cádiz tiene sed...
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