Sé de viernes, que acaban semanas.
Sé de viernes, que culminan etapas.
Sé de viernes, que limitan mis voces.
Sé de viernes, que devoran mi alma...
Sé de viernes, Señor malherido.
Rescate divino y prendido
en los que a tus plantas rendido,
buscando el consuelo perdido
no consigo curar mi corazón herido...
Y sé de viernes que son tuyos
como sé de viernes que son míos.
Porque no hay más que mirarte,
para sentir locura al quererte
y no poder dejar de amarte...
Y no se que es peor, Señor.
Si tenerte o no tenerte,
si en mi cerviz llevarte...
o dejarte ir lentamente,
y que ese amor tuyo me mate...
Rescátame Señor bendito,
de esta mi locura cegada.
Que no quiero ser injusto,
ni justo entre los justos
con quien a mi me perdonara...
Que ver tu espalda de reojo,
mi pecho apuñala
y el corazón se me para,
por la injusta condena
que ninguno deseara...
Sé de viernes, que empiezan semanas.
Sé de viernes, que comienzan etapas.
Sé de viernes, que gritan mis silencios.
Sé de viernes, que apaciguan mi alma...
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