Los sueños, a veces se cumplen. Y yo siempre soñé con una cosa. Cenar con El... Sí. Quien me conoce lo sabe, y poco más me importa lo que piensen los que no. Las cosas muchas veces no vienen como uno espera, como uno se plantea, o como uno cree que deberían de venir. Entre años de corredurías musicales, y pasos que me he ido encontrando en el camino, al amparo de los amigos y de mis propias obligaciones, echadas a uno mismo por mi y por nadie más, la cosa se ha ido alargando demasiado quizás en el tiempo. O no!!... y ahora es cuando podré disfrutar más de este momento, con la experiencia que las chicotás que tantas cuaresmas me dieron bajo los pasos...
El caso es que han pasado muchos años, desde este que se ampara en esta oscuridad para escribiros en cuanto tiene ocasión, fuese un joven chavalito que cada Domingo de Ramos, se dejara caer de espaldas en un árbol, ese antiguo tronco de Santo Domingo donde más de un año y más de dos, he visto ponerse en la calle al Misterio de los Misterios. Ya entonces, el pellizco hondo y sentido se dejaba notar, mientras aquel carro empujado por brazos fuertes se nos presentaba de costado, en la posición original en la que fue concebido. ¿Pero cuantos de esa plaza y en esos años no nos habíamos preguntado aquello de si eso bien no pudiese salir a hombros de costaleros alguna vez?...
Esa pregunta, muchos años después fue zanjada, y valientes hermanos de esta Cofradía del Realejo hicieron realidad el sueño de muchos de nosotros, sobre todo de los que nos sentimos costaleros nada más echar el pie al suelo cada mañana al despertar. Desde entonces siempre soñé con tardes anacaradas y dulces, bajo sus pies que acaban de ser lavados. Tardes con sabor a canela de barquillo y olor a incienso que se cuela por las costuras de un faldón sacramental. Tardes costaleras, porque así lo son desde que se levanta la mañana. Tardes que se confundan con la noche, para poder gritar en el silencio de un corazón que laterá con fuerza al llegar a la calle "Jesús y María" (que bonito nombre para una marcha) aquello de "por los que fuimos, somos y seremos...." y yo si El así lo ha querido... seré...
Y ha llegado el momento. La hora de la "Verdad", porque no hay más verdad que El y el Misterio de los Misterios. Y lo estaba deseando. Es como aquella sensación que se tiene cuando algo va a pasar, pero que no termina nunca de suceder. Y ahora, fíjense lo que son las cosas, que a pocos días de que cumpla 38 años, seré parte y arte de esta cuadrilla. La de la Santa Cena Sacramental. En la que siempre soñé entrar, y en la que tantos y buenos amigos han ido entrando con el paso de los años, muchos de ellos hermanos de la Redención que ya son parte de El desde hace tantos y tantos años, mientras yo me afanaba en otras lides, ya fuesen musicales o costaleras. La tarde del sábado, fue especial, cargada de ilusión (cuadrilla que siempre quedará grabada a fuego en mi corazón) y de la que tanto me acordé mientras dejaba que los buenos de José Rodríguez Quesada y Miguel Angel Roldán, pusieran sus dedos en mi cuello, para decirme que soy el más alto de la novena, que en la Cena es la quinta... las cosas de los impares...
Todo esto, viene por donde viene, y es de ley que ustedes, seguidores de este blog, sepan como ha surgido todo, que para mi ha sido una tremenda sorpresa justo al inicio de la cuaresma. De esas que no se esperan, pero que se desean y se encajan con toda la facilidad y felicidad del mundo. A mi, no me gustan las cosas mal hechas, o al menos intento siempre hacerlas bien, y acorde con mis pensamientos y mis formas de ser, de sentir o simplemente de estar... y esto fue lo que pasó... yo no quise asistir a la igualá de la Santa Cena, pues ya había adquirido un compromiso con la Cuadrilla de los Favores, y sabía que todos los ensayos me coincidían. Las cosas de quienes mueven los hilos han hecho que los costaleros de Favores hayan ya prácticamente terminado sus ensayos, quedando tan solo una matinal y a la espera de saber si se recuperará el primero que fue suspendido, y al margen de esto, los de la Cena aun no habían comenzado sus ensayos hasta este sábado pasado. Y por eso mismo, porque me gusta hacer las cosas bien, no quise que el primer año en ambas cuadrillas me lo pasase, pidiendo "favores"... este sábado aquí y el siguiente arriba... no es serio, y por eso no lo hice...
Pero el sábado que el Granada Club de Fútbol perdía contra el Salamanca, yo me encontraba ensayando en Favores. Y al bajar al Zaidin, buscando las calles que me llevaran a casa, me encontré en nuestro "otro templo", el Molinero, a dos personas a las que aprecio de verdad, y que me dieron una de las mejores noticias que me podían dar, después de haber perdido el histórico. Gracias a Antonio Valentín, que fue el que junto a Alejandro García Morón me avisaró el pasado sábado, al llegar de un ensayo de Favores, que se había caído un tío de un palo de la Cena y que a pesar de estar cerrada la cuadrilla, que me pasase a ver si ese hueco era para mi. Dicho y hecho. El sábado día 12 que suma tres, igualé en uno de esos pasos con el que todo costalero alguna vez soñó pasear. Donde la maestría en los martillos se hace palpable y donde la experiencia bajo los palos es algo ya más que sabido, peleado y luchado durante más de treinta años...
Y es que siempre se ha dicho, y por algo están los refranes, que no hay dos sin tres... tenía mi compromiso adquirido con dos cuadrillas, una mi hermandad del Rescate, y otra con el Señor de los Favores, buscado también durante años... y ahora la que viene a sumar tres, a esta nómina de pasos que si Dios quiere sacaré a la calle esta semana santa que está por llegar, y que ya está prácticamente aquí, La Santa Cena... comienza por tanto mi cuaresma con sorpresa, y bienvenidas sean todas las que esté por llegar... aquí estoy primavera, te estoy esperando... como un niño chico, de la mano de su Padre...