"Bajo el poder del aguacero de la tarde noche de ayer, Martes Santo, solo nos quedó la Esperanza"...
La de ver si se enmienda lo que ya no es posible. Dos días se han quedado cortos y rotos en nuestra semana santa, la de todos. Y en algunos corazones, la suya, la particular, la del patio de mi casa. Ese que cuando llueve se moja, como los demás. Y bien que está lloviendo y descargando estos días una lluvia, que aunque sabemos que es beneficiosa y que hacía falta, siempre se nos muestra de la manera más inoportuna y más malage...
Martes Santo en Granada. Y las esperanzas depositadas en que la segunda hermandad zaidinera, pudiese poner en la calle su cortejo y sus pasos. Su misterio de agua y sangre, y sobre todo, su portentoso nuevo paso de palio, el mismo que ha ganado lo que nadie se podía imaginar, con ese color rojo caridad, que tanto y tanto le hacía falta. Las hechuras de esta Cofradía, nunca volverán a ser las mismas. Desde su fundación, jamás se había quedado en casa, esa placeta de Los Dolores carpada con esos toldos blancos, que auguran pureza, caridad y hermandad...
Si es verdad, que a esta cofradía vecina del barrio, más de un aguacero, y precisamente por salir siempre desde su fundación, les había caído algún año que otro. Pero este año, la decisión fue enormemente rotunda. NO se espera. NO se sale. NO se toma ni siquiera esa hora de reflexión y pensamiento. No les hizo falta. Madurez dicen que eso se llama... yo lo llamo cabeza. Cabeza y sentido común, a pesar de que el corazón siempre diga, salgamos para Granada y a la calle con los dos pasos...
Que bien hicieron, puesto que al final, la tarde no terminó de abrir, sino que vino a ser mucho peor. El, Señor moreno del Zaidín que ya va muerto, no siente el frío acero que se clava en su costado aun caliente. Ella, espléndidamente vestida por Fernando Gonzalez, lo siente como un puñal que viene a sumarse a los que sumarán siete al final de sus Dolores. Rojo caridad, preciosa en su paso de palio, esperando que sus niñas la lleven en volandas costaleras hacía la SEO granadina, mientras le pegan un paseo, como se lo llevan pegando años y años...
Así que no debéis de estar mal ni así sentiros, hermanos vecinos de la Lanzada, porque la decisión fue la correcta, la madura y la que se debió de tomar tal y como se tomó. Y estar muy orgullosos de vuestra cofradía, la cual crece y crece, aun con todas las penurias que los de este lado del puente hemos tenido que ir salvando durante tantos y tantos años. Unas veces, las piedras llegaron desde el mismo centro neurálgico de quien se cree en potestad de la verdad absoluta en el mundo de las cofradías. Y otras, las que más, desde el mismo seno interno. Porque es que en el Zaidín, "semos así"...
Y después de abrazar a muchos hermanos y amigos, que son vecinos cofrades, nos dimos un paseo por Granada, bajo el tremendo aguacero y acompañado en todo momento por mi hijo pequeño, Jesús, que desde el Viernes de Dolores, no me ha faltado ningún día. Y él, no sabe bien lo que me está viniendo su compañía y sus risas. Sus chascarrillos y sus mohines. Sus bromas y sus preguntas que lanza al vuelo ilusionado, mientras sus ojos esperan la contestación de su padre... este que os escribe, y que empieza de nuevo a sonreír, a ilusionarse, a vivir, a querer.. y sobre todo, a dejarse querer, como nunca fue querido...
Gracias, Dios... Gracias, Cristo... Gracias, Madre Santísima... sin advocaciones ningunas y con todas a la vez... porque me estáis dando, a pesar de estos días de lluvia, una de las mejores semanas santas que recuerdo. Con su previa tradicional del Viernes de Dolores, son su sábado santo atípico y plagado de sorpresas, con su tremendo Domingo de Ramos que me hizo más y mejor costalero, pero sobre todo, persona y hombre bueno... Con el más triste de los tristes Lunes Santos, que jamás podré olvidar... y con la tarde noche de ayer Martes Santo, de la que seguiremos escribiendo en este blog...
Porque siempre, en días grises y plagados de lluvia, la misma bajo la que caminé anoche un buen rato,... siempre nos queda la Esperanza... pero eso... eso ya son palabras mayores... y dedicaré entrada aparte. Porque siempre hay algo de lo que escribir. O algo que contar. Aunque no siempre, todo se pueda decir...
Lo mismo que palabras mayores son dejar el coche donde buenamente puedas, y andar un ratito por las calles que siempre me llevan hacía Ti, para ver como mi duende, con su melena se postra ante tus plantas y te pregunta con media sonrisa... ¿el año que viene, mi padre qué?...