"... Yo adoro cada rincón de
esta tierra porque en cada uno de ellos, estás Tú.
Adoro los colores de tu
cielo
y la inclinación de las calles de mi infancia
que me llevan hacia Ti.
Adoro en fin tu nombre,
Adoración...
porque tu alma es
contigua
a la mía, y con razón
recibí mi primera
Comunión
en la casa de tu Madre
de la Antigua.
Adoro pues las huellas
del camino
adoro que me lleves de
la mano
y adoro tus hechuras,
tu divino
Corpus Christi
sexitano.
Adoro que me enseñaras
a amar
y tras las años y los
daños
como niña con cariño
hasta tus brazos
de rodillas al Sagrario
de tu altar.
Yo venero la silueta de
tu Madre
y adoro que camines
sobre el mar
siendo pescador de
hombres
que hasta en mi mismo
nombre
la mar te viene a
adorar.
Yo te adoro, Corpus
Christi
Santísimo Sacramento del altar.
Adoro en fin tu nombre,
Adoración...
porque tu alma es
contigua
a la mía, y con razón
recibí mi primera
Comunión
en la casa de tu Madre
de la Antigua.
Yo te adoro… y no
estoy sola. Todos, hermanos y hermanas, tenemos uno o varios ángeles de la
guarda que al llegar esta Primavera que nosotros llamamos Cuaresma de tierna
impaciencia, hay siempre una mano sobre las nuestras, una caricia en nuestras
sienes mientras descansan los sentidos en la almohada. La silueta de un suspiro
que en dulce y tierno ademán, con su mirada silente va buscando entre la gente
a aquellos que ya no están. Pero nadie se marcha de un corazón que lo quiere,
que lo recuerda y que lo siente. Así que a esos ángeles por cuya memoria hay un
pellizco en las entrañas vaya esta simple oración de sus mujeres y de sus
hombres, de sus ancianos y niños. Que cada cual ponga sus nombres y decidles
con el cariño del corazón almuñequero, que simplemente… te quiero… y no te
olvido.
Y así he venido, con
una silueta ciega asida del brazo. Y hasta aquí, cuando debía yo llevarla a su
hogar guiando sus pasos de invidente, ha sido ella quien me ha guiado a mí.
Hasta aquí, hasta vosotros, hasta mi propio corazón, pues no conoce más casa
que esta. Y en este paseo, mientras era ella quien a ciegas me narraba, me
traía y me llevaba, he comprendido que su morada está en este sitio, en este
momento, en el mismo centro de mi alma. Y he sabido que su nombre es FE y que
la ciega siempre he sido yo.
Así que, Almuñécar…
despierta. Ha llegado la Cuaresma y hay que anunciar su muerte por nosotros,
hay que proclamar con gozo su Resurrección. Ven Señor Jesús, que yo me iré
contigo. Llega Señor y dinos, “Sígueme” y haznos apóstoles de tu Evangelio. Que
no son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No viniste a
llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan. Despierta,
Almuñécar, despierta… que a esta tierra fenicia, que fuera después romana, y de
mora se tornó en bella mujer cristiana está llegando Jesús para salvar nuestras
almas. Despierta, mi niña, ¿no oyes que es la Fe misma quien llama? Despierta, que la Virgen de la Antigua de esta tierra soberana, está llamando a sus hijos
que despierten y que vayan, que está viniendo Dios mismo a esta tierra
sexitana...
Y
no digo He dicho
porque
no lo digo yo
es
la Fe quien me lo dijo
y
así mismo lo contó.
María del Mar Peña Martínez
Pregón Oficial de la Agrupación de Cofradías
y Hermandades de Semana Santa de Almuñecar
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