Esta noche hizo calor, y entre el bochornoso amanecer y alguna que otra mosca irritante, entre ambos, consiguieron echarme de la cama. Es temprano. Pero hace muchísima calor. Un característico sonido de semana santa inunda mis sentidos y los pone en marcha. Poco a poco, lentamente, hasta que de un bote me levanto de la cama y digo: "Gracias Señor, por un día más"
Domingo. Dicen que los domingos tienen algo de especial, y debe de ser verdad. Yo hay domingos que me despierto con sonidos de campanillas y no se muy bien el por qué. Debe de ser que a través de mis oídos, el sonido del barro golpeado por el badajo se me incrustó en algún recóndito lugar de mi memoria. Y los domingos que no suena el despertador, pues claro, ahí está el bendito sonido de campanillas infantiles, que se mezcla con los olores de una mañana de resurrección. Lugar, el Realejo. Mas concretamente, Santo Domingo. Artífices, la Hermandad de la Soledad y su eterna juventud, santo y seña de los grupos jóvenes y de las nuevas promesas cofrades en Granada. Bendito Grupo Joven el vuestro, porque sin el, los demás no hubiesen visto la luz en esta ciudad.
Vaya para todos aquellos jóvenes que un día participaron en tu glorioso paseo en mañanas de ensueño. vaya por todos aquellos que este mismo año así lo hicieron posible. Y vaya también por los que con seguridad lo harán en años venideros. Yo también fui un facundillo. Y fue todo un honor.
Aquí os dejo la imagen del día, el Guión de la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús.
Señor, acuerdate de mi y permiteme cada domingo de resurrección al llegar a Santo Domingo, convertirme en el niño que llevo dentro, y que muy a menudo hay que contener para que no salga a la luz. Al menos bajo la oscuridad de este faldón, creo estar muchas veces a salvo, y lo saco a jugar conmigo. Siempre me acompañara, como lo haces Tú.
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