Silencio
Silencio
que pesa
Silencio
que estalla,
Silencio
que invade
San
José, San Pedro,
Alhambra
y muralla…
Silencio
que nace en las entrañas,
que
abarca los pensamientos
que
muere con la conciencia,
que
inunda las calles de piedra,
que
ahonda mi sufrimiento…
Silencio
que nace en la boca
y
que nunca se calla…
Silencio
que emboca palabras,
que
siembra de dudas…
Silencio
que nunca se dobla,
silencio
que no dice nada…
Silencio
que rompe las velas,
que
surca los mares,
que
mueve montañas,
que
revienta las aceras,
que
ama y me ama…
Silencio
que llama al silencio
que
te llega por la espalda,
que
mide la fuerza…
Silencio
que suena
que
salta al vacío,
silencio
que mueve los hilos…
Silencio,
que manda…
Silencio,
que calla…
Silencio
que rechina tras un púlpito,
cuando
no se dice nada...
Silencio
que se aguanta,
con
la quebranza del agua…
Silencio
que nos marchita,
cuando
apenas se palpa…
Silencio
que nos hace presos,
cuando
guarda palabras
que
han de ser conversadas...
Silencio
que nos hace libres,
cuando
palabras amigas
te
abrazan el alma…
Silencio…
Silencio
que nos hastía,
y
nos desata...
Silencio
que nos conmueve,
y
que nos mata…
que
nos da la vida,
y
por el que algunos hasta pagan…
Silencio
de huesos no rotos.
Silencio
de gólgotas heridos.
Silencio
de articulaciones dormidas.
Silencio
de marfileño color divino.
Silencio
de maderas rotas.
Silencio
de velos rasgados.
Silencio
de templos en ruinas.
Silencio
de cortinas veladas,
de
persianas bajadas,
de
vecinos callados,
de
pasillos enmudecidos,
de
penumbras al alba,
donde
las horas no pasan…
Silencio…
Y
Tú, entre todos ellos el más grande de todos los silencios…
Misericordia
infinita de un Dios marchito y clavado en cruz.
Salvación
terrenal de tanta miseria y de tanta premura.
Redención
mística de quien te ve pasar abrigado en la noche.
Sentencia
firme de que la muerte, no es más que otro silencio.
El
ultimo silencio, que siempre está por llegar.
Silencio,
que agazapado araña paredes.
Que
pinta centinelas que velan tu casa.
Ese
silencio punzante, que te hiela la sangre cuando pasa.
Ese
silencio de camposantos enmorecios,
y de
corazones encogidos que no saben que hacer
llegado
ese ultimo silencio.
Porque
cuando llega el silencio y la razón se pierde,
el
raciocinio humano se dispersa…
Y
no somos capaces de encontrar,
ni
una salida a tanto y tanto silencio.
Hasta
que se rompe el Silencio… y la losa rueda despacio destrozando el sigilo, la
ocultación, la reserva, el misterio, la omisión de sonido alguno… el secreto,… lentamente,
se rompe el silencio, desvaneciendo para siempre los sonidos callados de la
roca muerta… y la pascua da paso a la vida, y quebranta el silencio. Anástasis
de esperanza…
Y Tú, Divino Poder entre todos los poderes mundanos, abres la boca una vez más, para reventar el silencio:
- “Noli me tangere”…
Que
todo el mundo quiso traducir con “no me toques”, y no fue así…
Ojalá
te pudiésemos palpar a diario. Ojalá esta absurda sociedad en la que vivimos,
tan falta de valores humanos, te pudieran tocar todos los días. No, Señor!!!...
Me niego!!!... No rompiste tu silencio para decirnos que no te tocásemos. Solamente
dijiste, “no me retengas”,… “no me retengas, porque aun no he subido a mi
Padre, mas ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre,… a mi
Dios, y a vuestro Dios…” Jn. 20.17
Y
así, el peor de los Silencios, el tuyo, fue vencido una vez más.
Padre
Nuestro De San José.
Apiádate
de mis silencios.
Santificado
sea el tuyo.
Venga
a nosotros tu Silencio.
Hágase
tu Silencio en madrugá de Viernes Santo,
para
poder volver a romperlo de nuevo un año más.
No
dejes caer mis silencios nunca en tentación.
Líbrame
de todos los silencios que me causen mal.
Amén.
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