Hay muchas personas que no saben a que huelen los recuerdos. O quizás es que directamente no lo quieran saber. Yo lo se, porque los cuido. Los recuerdos y los aromas... los aromas y los recuerdos. Y los asimilo y los comparto. Y los comparo y los enlazo. Y cuido y guardo el aroma de las maderas ancestrales, como atesoro y protejo templariamente en un cofre cargado de simbología mística, el más leve olor característico que me trasporte al Mar. Guardo el perfume del incienso que tras un velo se quemaba, como conservo la embriagadora presencia de la salitre al mezclarse con el aire fresco de una mañana recién levantada. Me inunda hasta la perturbación constante de mi mente, el aroma de la flor fresca, mojada y recién cortada que se arremolina en las aceras, como el recuerdo salado de la orilla de mi playa al romper las olas contra mi propio destino. Ansío recordar una vez más el olor de la cera quemada, como me gusta sentir el latigazo moreno que el sol me da cada verano cuando en mi espalda golpea impune y sin pudor. Extraño el aroma del calor de la calle, ese que hierve las plantas de los pies tras el esparto, y lo asemejo al olor de la arena tostada que no se puede pisar en balde, sin pagar por ello la quemadura que te de la noche al dar un paseo... y lo hago así, porque de esa manera trato de mantener vivos mis recuerdos, los más bonitos, y los más queridos... porque si me olvidara un segundo de ellos, sería igual que el que abandona la nave sin saber a quien deja detrás... ¿como olvidar el aroma de una madre?,... ¿como olvidar el aroma de la piel para el amante?,... ¿como olvidar el olor de nuestras tradiciones?,... ¿como no osar a ponerles nombres y apellidos a los recuerdos, a los aromas, a las vivencias, a las quimeras, a los sueños despiertos, y a los momentos vividos de los cuales no queremos desprendernos?,...
Cerrar los ojos, y pensar en un aroma que os transporte al bullicio de la calle. Que os lleve con la imaginación a la tarde de una jornada cualquiera de primavera, que os traslade al crucero de una iglesia. Que os guíe a una nueva chicotá. Que os arrastre a los momentos vividos y que jamás se olvidarán. Que os conduzca a recorrer los caminos ya recorridos antaño. Que os dirija hacia la venturosa tarea de ser de El, o de Ella una vez más. Que os porte literalmente a la bendita oscuridad de la que muchos de nosotros hemos sido partícipes más de una vez durante nuestras vidas. Y entonces, cuando eso pase, estaréis seguros del poder que tiene, para nuestras vidas, y para el día a día, el poder atesorar en nuestras almas... EL AROMA DE UN RECUERDO...
Cerrar los ojos, y pensar en un aroma que os transporte al bullicio de la calle. Que os lleve con la imaginación a la tarde de una jornada cualquiera de primavera, que os traslade al crucero de una iglesia. Que os guíe a una nueva chicotá. Que os arrastre a los momentos vividos y que jamás se olvidarán. Que os conduzca a recorrer los caminos ya recorridos antaño. Que os dirija hacia la venturosa tarea de ser de El, o de Ella una vez más. Que os porte literalmente a la bendita oscuridad de la que muchos de nosotros hemos sido partícipes más de una vez durante nuestras vidas. Y entonces, cuando eso pase, estaréis seguros del poder que tiene, para nuestras vidas, y para el día a día, el poder atesorar en nuestras almas... EL AROMA DE UN RECUERDO...
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