A todos los que conozco de corazón y de sangre rojiblanca. A mi padre, que de la mano me llevo a ver al equipo de toda mi vida. A mis hijos, que son como su padre, rojos y blancos a partes iguales. A mis hermanos, que siempre sufren como yo las derrotas del Granada C.F, y también sabemos disfrutar de sus victorias. A mis amigos, que lo dan todo en las gradas, porque son suyas como así lo llevan demostrando toda la temporada. A aquellos que no creyeron en nosotros. A aquellos, hombres y mujeres de poca fe, que aun sabiendo que la luna no existe, me dan a mi más fuerzas cada día para seguir adelante. Un paso más, siempre en rojo y en blanco. Siempre Rojirri, Siempre Granada Club de Fútbol... Señores... Granada sigue soñando... en rojiblanco...
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