Un suspiro... uno solo. Ese que te quiebra el alma en un instante. Uno solo, un suspiro hondo y seco. Sentido, profundo y palpable. Un suspiro irremediable, que paraliza el tiempo y nos hiela la sangre. Un suspiro, uno solo. Que de tu boca se escapa, nuestra retina lo capta y nuestro corazón lo siente. Ese momento que aprovechas para aliviar tu pena. Pena, que inexorable se abate sobre ti, y que nada ni nadie es capaz de remediar... bueno, casi nadie...
Un suspiro... uno solo. Y se alivian con el los pesados pecados que nos acompañan a cada paso y que caen todos juntos sobre nuestra cerviz. Uno solo, un suspiro hondo y seco. Sentido, profundo y palpable. Que se hace eco bajo el faldón de nuestras penurias, y en la oscuridad que cada uno lleva como buenamente puede. Que de nuestra boca se escapa, el compañero lo capta y la cuadrilla lo siente. Ese momento que aprovechamos cada uno de nosotros para intentar aliviar tu pena. Pena, que inexorablemente se abate sobre nosotros, al abandonar esa bendita oscuridad y ver entre la flama de la candelería, tus preciosos ojos enrojecidos por tanto llanto y tanto desconsuelo. Y que intentamos remediar en cada chicotá... bueno, no todos...
Dios te Salve, Salud...
en cada uno de tus suspiros...
y en cada uno de los que yo di bajo tu paso...
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