Muchas veces pienso que la vida no es mas que una chicotá, larga, intensa, muy mala a veces, con una jarta de kilos, pesada, reñida, donde la pelea es dura y no te da tregua... por eso de vez en cuando uno necesita que le levanten el faldón y que la oscuridad deje paso por unos instantes a la luz. Solo unos instantes nada mas, lo justo para tomar aire fresco, respirar hondo y afrontar nuevamente el sonido del martillo con otras miras, nuevas, renovadas, ilusionantes y esperanzadoras. Pero... ¿y si nadie levanta el faldón?..¿y si me quedo esperando a que alguien lo haga, y mientras tanto me voy consumiendo en cada chicotá, y de tanta oscuridad, un día me hago del lado oscuro, y ya no vuelvo mas a ser yo mismo?... mal asunto el pensar estas cosas un sábado, después de darte el sol en la cabezota.
Ahora eso sí. Pienso. ¿que puede haber, para que sin tener la necesidad de levantar el faldón, la luz ilumine cada rincón de nuestros pensamientos?... lo tengo claro, clarísimo... Nada mejor para iluminar la oscuridad que la luz que desprenden los ojitos de aquel que empieza a ver la vida con las retinas puras, intactas, sin ser aun viciadas por nada ni por nadie... ¡¡Claro!!... ahora lo veo con infinita claridad...
Si hay algo que pueda iluminar esta oscuridad, es sin duda la mirada de un niño... porque es la Mirada de Dios la que te mira. Porque no hay maldad en ella. Porque es santa y buena. Porque como la mirada de un niño no hay nada ni mejor ni mas celestial.
Aquí os traigo la mirada de Candela. Una mirada nueva, limpia, pura, celestial, angelical, divina, capaz de iluminar rincones insospechados hasta hoy en día. Capaz de iluminar la mas terrible de las oscuridades. Las oscuridades de la vida. Las oscuridades de la soledad. Las oscuridades que nos acompaña debajo de cualquier faldón en chicotas interminables, donde la cabeza no deja de pensar en los que ya no están, o en los que están por llegar... y como no, en los que por ahora te acompañan y son sustento de uno para lo que nos depare esta vida.
Aquí os dejo la luminosa mirada sincera de la hija de mi amiga Patricia. Hermana de mi querido Yiyo. Ambos sabéis que debajo de este faldón nunca le faltará un rezo y una petición, para que sus ojitos sigan iluminando vuestras vidas. Siempre Salud, para Candela, para su Madre, su hermano y su familia. Mis amigos.
Pd: anda que la medalla que lleva al cuello... que no le falte la Salud nunca. Besos para Candela.
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