Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

martes, 20 de marzo de 2012

De vez en cuando, Silencio...


Os dejo el artículo que me solicitaron para esta cuaresma y que ya ha salido publicado en el Boletín Divina Misericordia 2012, de la Hdad. del Silencio - Granada. 

 
De vez en cuando, Silencio…

Ante quien siempre me debo de callar,
ya sea ante su paso… o delante de su guión...

Ante la misericordia infinita de un Cristo, crucificado sobre taracea...
Ante la penumbra de mi alma y el silencio de sus noches...
Ante El, y solo ante El... bendita efigie divina y devocional...
Ante el Amor infinito, la Luz del mundo, y la Vida…
Señor, Salvación de vivos y muertos. Divino Redentor…

Ante quien siempre me debo de callar,
ya sea ante su paso… o delante de su guión...

De vez en cuando, Señor, me escapo a verte. Busco un hueco, o lo intento, en este trajín de vida sin reposo y sin descanso, que nos estresa y nos desespera a partes iguales. -"Esta la cosa chunga, Padre mío, y si me paro, se me va la Vida…"…

Que no daría yo por poder visitarte más a menudo. Y cuando no puedo, no te creas que no te busco en las sombras, aquellas que la penumbra me deja ver en noches oscuras y en calma. Que no daría yo, por dejar pasar las horas muertas a tu muerta vera, sin prestarle atención alguna a las manecillas incansables de un reloj que nunca llevo, pero que sé a ciencia cierta, que no paran de dar vueltas y vueltas… y más vueltas…

Sentarme a tu vera un ratico, por el simple hecho de sentarme, para la mayoría de las veces no decir nada. Simplemente notar el espeso silencio de tu muerte serena, tu bondad infinita y tus carnes frías e inertes que cuelgan de un madero de manera gratuita, para la salvación de todos los que seguimos crucificándote a diario.

Daría mucho más de lo que muchos puedan estar ahora mismo pensando, por parar el tiempo en esos instantes en los que uno se siente verdaderamente en paz, tranquilo, sosegado, intentando no hacer frente a las afrentas que contra ti claman los ultradefensores de la concordia, el respeto, la tolerancia y la laicidad penosa de esta sociedad nueva y que no sabe a qué juega, ni a donde va.

Que no daría yo, por pasar las horas que me puedan quedar al día, sentado a tu verita, perdonando a quien nos juzga pero no nos perdona, e intentando comprender que se haga siempre tu voluntad, sobre todo aquí en la tierra. Porque ya tendré tiempo de comprobar cómo se hace allá, en el cielo.


Poder parar el tiempo tan solo unos momentos, para seguir reconociendo, que no nos falta gracias a Ti el pan nuestro de cada día, convertido en el mejor de los "misterios" de cuantos misterios yo pueda conocer.

Intentando ser objetivo y franco, primero conmigo mismo, y después con los demás, aunque eso a veces duela, y no sabéis de que formas y maneras. Un solo instante a tu lado, nos puede cambiar la vida y las maneras de pensar. Incluso las de respirar, de latir, de sentir y hasta de andar. Nos puede cambiar las hechuras del alma, lijando asperezas donde las haya, y afilando esquinas ya maltrechas para sacarle punta a nuestros pensamientos, nuestra fe, y nuestras creencias. Un rato de charla intensa, mística y placentera contigo, tengo que reconocer que me ensancha el alma y me regocija en el corazón.

Me entristece el estar sentado a tu vera y no poder hacer más nada que contemplarte en silencio, pero he de reconocer que también me alegra esta situación a partes iguales. Tristeza. Y alegría. Provocas sentimientos en mí, que pocas cosas más hacen que salten esos resortes a veces mal engrasados y que chirrían infinidad de veces cuando los goznes de nuestras junturas envejecen con cada paso que damos… y con cada error que cometemos. Pobres humanos que al fin y al cabo es lo que somos…

Señor... qué bonito es tu silencio, y cuanto respeto me inflige el estar a tu vera, por haber pecado, o producirte un daño o una ofensa con mis actos. Tú que estás en los cielos, ¿¿cómo te noto tan cerca??... Tú que eres Santo y Seña, ¿¿cómo es que llevas por corona un espino que se nos clava en la retina y nos araña la sangre??... Tú que eres Rey de Reyes, ¿¿qué haces colgado inerte de un madero ornamental, al que en Granada llamamos “taracea”??...

No lo entiendo. De verdad que muchas veces no lo entiendo. Y por eso, de vez en cuando te busco... y te hago mil preguntas en silencio, o simplemente callo y me quedo siempre como siempre,… en silencio... y es que no hay nada más bello, que el silencio de tu muerte generosa para regocijo de quienes te amamos, y para el pesar de cuantos no queriéndote, y que reniegan abiertamente de Ti, qué casualidad que te tienen siempre en la boca...

Señor, cuan grande eres, Misericordia bendita. Que hasta muerto en la cruz, provocas la ira de unos, y el remordimiento ancestral de los otros... y todo eso en silencio. En el mayor y más respetuoso de los silencios... y es que como ya he escuchado y leído alguna vez a un "amigo" que bien sabe de Ti, y de los tuyos... ante Ti, solo hay que hacer una cosa... callarse. Callarse y disfrutar de tus silencios…

 

Silencios... qué bonitos son tus silencios, Padre mío. Que tremenda la oscuridad de la noche que nos envuelve y nos da paso a otra que seguro que está por venir, y que llamaremos siempre “la siguiente”. Siempre es de noche, al menos para mí. La luna no existe. Solo existen los silencios. Al amparo de las sombras busco refugio y perdón para mi condena y los pecados que me llevaron a ella. No se encuentran las palabras ante tu muerte tan fría y tan repentina…

Anoche, en el cenáculo de los misterios nos dejabas tu legado de Hombre y de Dios, convertido en pan y vino. Y hoy... hoy te encuentras colgado como la ropa vieja y usada, desamparado al viento, la lluvia o la escarcha de estas madrugadas que arrecian en nuestra ciudad. Malherido, como un león acorralado por tantas hienas. Desangrado, como el cordero que en pascua gritaron las escrituras. Inerte, como la roca que es fría y no da calor. Y en silencio... en el más profundo y constante silencio...

En el más profundo y constante de los silencios... y es que hay silencios que cortan como espadas. Y otros que hieren y te parecen silencios de los que te matan lentamente, pero no te dejan morir del todo. Hay silencios que se soportan o al menos se intentan sobrellevar. Silencios que estoicamente se miran de frente, y otros que ni siquiera los ves "de venir"…

Silencios en los que intentas guardar la compostura. Silencios en los que te tambaleas y crees perder la noción del tiempo, del espacio y de lo que te sustenta bajo los pies. Silencios largos y lentos. Silencios espesos y abandonados, en los que nadie es capaz de respirar…

Dicen muchas veces que hay personas silenciosas, que son mucho más interesantes que los mejores oradores. Los silencios son marchitos si nadie los capta, y terriblemente crueles para aquellos que si los escuchan. A veces, el silencio es la mayor y la peor mentira…

Y también dicen que hay que guardarse de un agua silenciosa, de un perro silencioso y de un enemigo silencioso. Y yo quizás, ya conozco a los tres. Y te digo, sin ningún miedo a equivocarme, que estos silencios no son para nada comparables con el tuyo, Señor, pero todos ellos me hieren y como la arena del desierto para el viajero fatigado, son lo mismo que los silencios de las conversaciones incesantes de los amantes de sus propios silencios…

 

Soporto incluso aunque herido de muerte, el silencio de una playa sin olas. Soporto Señor, y Tú lo sabes, el enterrarme y esconderme bajo la arena si se tercia y permanecer alejado, aislado, herido y callado... y en silencio…

Pero tu silencio, el tuyo... me mata. No puedo aguantar más un segundo contemplando tu silencio, porque yo soy de los que los oyen, de los que los captan, y de los que se envenenan con el... con tu silencio...

y tu Silencio, Señor,...
es el más fuerte de los ruidos…
y quizás… de los ruidos el más fuerte...

Ante la misericordia infinita de un Cristo crucificado sobre taracea...
Ante la penumbra de mi alma y el silencio de sus noches...
Ante El, y solo ante El... bendita efigie divina y devocional...
Ante el Amor infinito, la Luz del mundo, y la Vida…
Señor, Salvación de vivos y muertos. Divino Redentor…

Ante quien siempre me debo de callar,
ya sea ante su paso… o delante de su guión...

Porque Tú eres Jesús, Tú eres la Luz… y Tú eres la Vida…

Pd: Gracias a la Hdad. del Silencio por el encargo y por confiar en mi. Ha sido un placer inmenso... Gracias...


2 comentarios:

  1. Cuando recibí el bolentín en casa me llevé una grata sorpresa al ver tu nombre y tus palabras impresas en el. Han sido bellas las emociones que has dejado sobre ese Cristo tan especial, sobre todo a aquellos que hemos estado tan cerca de él desde hace tiempo. Por todo ello, muchas gracias y recibe un abrazo cuaresmal.

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    Respuestas
    1. Gracias, Raul... me dieron una enorme alegría el día que me dijeron que si quería escribir para el boletín. Y fue un tremendo placer el escribir esas palabras. El Señor, es el Señor...

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