Más solo que la luna... así me veo. Ya ha caído lenta la noche, y aunque quedan unas horas para que despunte el alba, aquí me encuentro. Solo, más solo que la una y que la luna. Nadie vela mis oraciones, ni nadie me salvaguarda. Hace un buen rato que terminamos de celebrar la cena de pascua, y no se el porqué tengo ya ganas de que todo esto termine. Pero a la vez, ha sido llegar a este campo ancestral de olivos milenarios y un miedo atroz y despiadado cruza intensamente mis pensamientos de cabo a rabo, inundando mi alma de un sentimiento que nunca antes sentí. Y nadie parece haber entendido nada. Nada de nada... que angustia se cierne sobre mi, y que solo y desamparado me siento. Ni siquiera noto el calor del aliento que guiaba mis pasos y que me ha llevado hasta aquí...
Abba, sabes que yo esto no lo empecé, que fue tu voluntad. Pero... ¿¿porqué ahora este miedo que me agita el pulso y me deja helado??... ¿¿que he hecho yo para merecer esto??. ¿¿Porqué mi sangre se hiela y mi pulso se ralentiza hasta casi parar por completo los latidos de este corazón que tiembla y se esconde tras de mi pecho??. Frío, Abba... siento un frío capaz de helar los pensamientos mas puros y de tirar por tierra los firmes cimientos de mi gran fe en Ti...
Pero aun así, aquí estoy, Abba... de rodillas buscando el significado de mi muerte. Intentándolo hallar en este mar de espigados y frondosos olivos, que alzan sus ramas al cielo, mientras la luna de nisan, esa que no existe mientras yo esté sobre la tierra, se cubre con el velo marchito de las nubes que ahogan al cielo y lo encapotan hasta hacer que la penumbra se precipite por la verde y espesa sombra que sirve de alfombra a mis pies. Mal augurio de mil sombras y mal presagio de lo que queda por acontecer... Y aquí estoy, Abba... Más solo que la una y que la luna... y así me veo, angustiado y desesperado... ¿¿Porqué he de morir??...
¿¿Porqué quieres que me claven en su cruz?. No lo entiendo. Míralos, Abba... duermen. No velan mis oraciones, y me siento solo. Tengo miedo, mucho... aparta de mi este cáliz de amargura santiaguera, que me estremece el alma y me hiela la sangre. Dudo, Abba... hoy nadie velará por mi. Estaré solo... Abba, ninguno me acompañará... Yo quiero decir, si puedo pedir, que apartes de mi este cáliz, ya no deseo su amargura. Ahora quema y yo he cambiado y no se porqué he empezado. Yo tenía fe, cuando comencé. Ahora estoy triste y cansado, mi camino de tres años, me parece que son treinta y que más puede un hombre hacer...
Si he de morir, que se cumpla todo lo que tu quieres de mi. Deja que me odien y que me claven en su cruz... escúchame Padre... levántate, defiendeme... librame de las amenazas que se ciernen sobre mi...Protégeme, Oh Señor... aquí me tienes. En Ti confío. Tu eres mi refugio. Hágase Tu voluntad y no la mía... comienza ahora, mi verdadero camino hacia el calvario... en plena calle Santiago... y estoy preparado... MIRAME PADRE... VOY A CAMBIAR EL MUNDO...
No hay comentarios:
Publicar un comentario