Martes santo, cae la noche y un pelotón se acerca con hogueras y cuerdas, dispuestos a prender al Maestro, que orando se encuentra, mientras sus discípulos duermen placidamente. Jesús se percata de la presencia de la guardia de Caifás a su llegada al Huerto de Getsemaní. Despierta a sus discípulos y les recrimina que no hayan sido capaces de velar mientras el oraba ante su Padre Celestial. De entre todos los del grupo, uno parece que se adelanta. Es Judas. Todos contemplan como el compañero, aquel que sumaba doce tan solo unas horas antes sentado a la mesa del Señor, se acerca a Jesús y lo besa... "Salve Rabí"... y Córdoba se estremece...
La noche si ya era cerrada, más aun lo parece. La brisa en calma que apaciguaba el huerto hace tan solo unos instantes se convierte , se levanta y juega con el pelo del Nazareno. Jesús, Divino Salvador. Su rostro lo dice todo y sus palabras siembran de desconcierto a los que dormidos estaban bajo un olivo. "Judas... ¿¿Con un beso entregas al Hijo de Dios??..."
La Guardia del Templo se avalanza entonces sobre el galileo, que apenas hace nada por reprender la afrenta. Abre sus manos y pregunta abiertamente, de forma clara, concisa y serena. ¿¿A quien buscáis??.... "A Jesús el Nazareno" - responde un guardián. "Soy Yo, así que si me buscáis a mi, dejad a estos que se marchen"... pero diciendo estas palabras, Pedro saca su espada y si pensarlo siquiera, asesta un golpe que arranca la oreja de uno de los guardias. Y el Señor se lo recrimina: "Pedro, guarda tu espada,... pues quien prenda una espada, a espada morirá"...
Dicho esto, y después del extraño momento vivido, los discípulos muertos de miedo y presas del pánico, se zafaron como pudieron de los guardias y emprendieron la huida a través del huerto, amparándose en la noche oscura y cerrada. Jesús quedó entonces a la merced de los que mandó Caifás, y seguramente miró una vez más a Judas, mientras le daban golpes con los bastones que estos guardias usaban, y le ataban las manos para llevarlo ante el Sanedrín. El Señor acaba de ser prendido, y con el nuestros corazones.
Jesús Divino Salvador es talla de Antonio Dubé de Luque en 1990. Todas las figuras del impresionante misterio salesiano, fueron talladas por Antonio Bernal Redondo durante toda una década (1998-2008). El paso, de claro estilo neobarroco y diseñado por Dubé de Luque, fue tallado por Santa Aguada, la carpintería es de Francisco Bailac, y actualmente se encuentra en fase de terminación antes de emprender el más que posible dorado. Se alumbra en sus esquinas y costeros centrales por candelabros de guardabrisas. Y es otro de los "pellizcos" de la tarde-noche del martes santo cordobés... azul raso y salesiano... azul, no podía ser de otra manera... que sería del Barrio de San Lorenzo sin su Hermandad Salesiana, y que sería de nosotros, sin el Divino Salvador...
Es la estación donde el ser humano comienza su agonía...un declive existencial del cristiano, el comienzo del arrastrar de la cruz de cada uno.
ResponderEliminarEstoy seriamente, pero muy seriamente, planteandome que una de las frases dejada por usted en sus comentarios, sea cabecera de este blog... me lo estoy pensando, y puede que así lo sea a partir de esta noche... solo me falta encontrar la imagen adecuada...
ResponderEliminarUn saludo y mil gracias por entrar a este humilde rincón...
Ya quisieran mucho templos el misticismo que reina aquí!!!.
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